jueves, 30 de abril de 2009

Dignidad de la mujer




Es sobrecogedor encontrar en los medios, en la calle y en la vida cotidiana situaciones de abuso y violencia sistemática contra las mujeres sin importar edad, grupo social, condición ni estado civil. 

Probablemente la mayoría conocemos estos antecedentes y lo triste es que no hacemos nada para poner un alto definitivo a esta situación.

 En países del Lejano Oriente, los bebés son evaluados mediante ecografías y si se comprueba que son niñitas son abortadas masivamente por ser improductivas en la economía.

 En los países más fundamentalistas del Islam, las mujeres no tienen derechos ni a la salud adecuada, ni a la educación, ni a escoger su pareja. Ni siquiera a ser felices en el matrimonio porque, a corta edad, les practican una mutilación genital para que no puedan gozar de la intimidad.

 En la mayoría de los países de América Latina las mujeres a igual trabajo no reciben igual salario.

 Se producen por año miles de violaciones y no se hace justicia, más aún si no hay denuncia debido a las humillaciones por las que las víctimas pasan para probar el delito en cuestión.

 Un altísimo porcentaje de las demandas por acoso sexual, son presentadas por mujeres. Probar es tan complejo que quedan sin ser resueltas, “archivadas”.

 Miles de jóvenes son secuestradas o engañadas anualmente para transformarse en materia prima del tercer negocio ilegal más rentable del planeta: la esclavitud sexual y la prostitución. (tratas de blanca).

 Millones de madres de familia son contagiadas por sus maridos de sida, porque nunca son prevenidas por ellos de la promiscuidad en la que viven.

 A pesar de haber demostrado con creces su nivel intelectual equivalente al hombre todavía hay retrógrados (incluso en prestigiosas universidades) que las creen menos inteligentes.

 En la actualidad el machismo es una conducta primitiva muy popular que hace que millones de mujeres sean golpeadas, humilladas y hasta vejadas por sus parejas.

Miles de mujeres mueren en el mundo todos los años víctimas de sus parejas.

Detengamos la mirada en el punto principal: la dignidad. A muchas mujeres victima de éstos y otros atropellos no sólo les han quitado la dignidad, sino, incluso, las ganas de vivir .

Que lejanos estamos del Mensaje Final del Concilio Vaticano II donde auguraba:

“Ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del Evangelio pueden ayudar tanto a que la humanidad no decaiga.”

No podemos caer en el facilismo de creer que todo está perdido, ello va contra nuestra fe.

¿Hasta cuando tiene que ser crucificado Cristo en sus hermanas, para que los varones entendamos que la relación con las mujeres se debe basar en el respeto y a la justicia?

No creo que las grandes políticas de Estado, que las cartas de los grandes organismos internacionales, ni siquiera los documentos y las encíclicas tan perfectas y llenas de caridad puedan hacer mucho por cambiar esta situación que denigra al genero humano completo. Soy bastante más simple y pragmático.

 

Propongo un breve decálogo para empezar a cambiar este flagelo:

1. La dignidad es inherente a toda mujer por ser hija de Dios.

2. Recuerda siempre que naciste de mujer.

3. Las mujeres son las predilectas de Dios, porque colaboran con El diariamente en el misterio de la vida.

4. La inteligencia es un don compartido entre las mujeres y los hombres.

5. Tratar como objetos a las mujeres sólo habla de tu poca dignidad y capacidad de amar.

6. Cuando hables con cualquier mujer trátala con el respeto que merece tu madre, tu hermana, tu hija o tu mujer.

7. Sácate de la cabeza el machismo, el cual sólo reduce tu mirada de las relaciones humanas y te hace un ser muy limitado y prejuicioso.

8. Recuerda estas palabras: respeto, cariño, dulzura, ternura y amor. Son las más valoradas por ellas.

9. No discrimines nunca por género, no es justo a los ojos de Dios, que creó al hombre: varón y mujer.

10. Rechaza activamente la prostitución, la pornografía, el hedonismo y toda práctica que atente contra la dignidad de la mujer.

Si estas pequeñas cosas que acabo de proponer son realizadas todos los días por muchas personas, se puede educar en el amor y el respeto que merecen las mujeres y comenzar una nueva etapa en la humanidad, donde todos, sin importar el género, puedan ser felices.

 

Finalmente, demos gracias por todas las mujeres y por cada una: por las madres, las hermanas, las esposas; por las mujeres consagradas a Dios ; por las mujeres dedicadas a tantos y tantos seres humanos que esperan el amor gratuito de otra persona; por las mujeres que velan por el ser humano en la familia, la cual es signo fundamental de la comunidad humana; por las mujeres que trabajan , mujeres cargadas a veces con una gran responsabilidad social; por las mujeres «perfectas» y por las mujeres «débiles».

Por todas ellas, tal como salieron del corazón de Dios en toda la belleza y riqueza de su feminidad, tal como han sido abrazadas por su amor eterno; tal como, junto con los hombres, peregrinan en esta tierra que es «la patria» de la familia humana, que a veces se transforma en «un valle de lágrimas». Tal como asumen, juntamente con el hombre, la responsabilidad común por el destino de la humanidad, en las necesidades de cada día y según aquel destino definitivo que los seres humanos tienen en Dios mismo, en el seno de la Trinidad.

 

miércoles, 29 de abril de 2009

San Francisco y el lobo


Hoy celebramos el día del animal, les paso un texto que nos debe dar la pauta de nuestra relación con ellos..

De Florecillas de San Francisco (capítulo XXI), siglo XIVde autor anónimo.

En el tiempo en que San Francisco moraba en la ciudad de Gubbio, apareció en la comarca un grandísimo lobo, terrible y feroz, que no sólo devoraba los animales, sino también a los hombres; hasta el punto de que tenía aterrorizados a todos los habitantes, porque muchas veces se acercaba a la ciudad. Todos iban armados cuando salían de la ciudad, como si fueran a la guerra; y aun así, quien topaba con él estando solo no podía defenderse. Era tal el terror, que nadie se aventuraba a salir de la ciudad. 
San Francisco, movido a compasión de la gente del pueblo, quiso salir a enfrentarse con el lobo, desatendiendo los consejos de los habitantes, que querían a todo trance disuadirle. Y, haciendo la señal de la cruz, salió fuera del pueblo con sus compañeros, puesta en Dios toda su confianza. Como los compañeros vacilaran en seguir adelante, San Francisco se encaminó resueltamente hacia el lugar donde estaba el lobo. Cuando he aquí que, a la vista de muchos de los habitantes, que habían seguido en gran número para ver este milagro, el lobo avanzó al encuentro de San Francisco con la boca abierta; acercándose a él, San Francisco le hizo la señal de la cruz, lo llamó a sí y le dijo: 

— ¡Ven aquí, hermano lobo! Yo te mando, de parte de Cristo, que no hagas daño ni a mí ni a nadie. 

¡Cosa admirable! Apenas trazó la cruz San Francisco, el terrible lobo cerró la boca, dejó de correr y, obedeciendo la orden, se acercó mansamente, como un cordero, y se echó a los pies de San Francisco. Entonces, San Francisco le habló en estos términos: 

— Hermano lobo, tú estás haciendo daño en esta comarca, has causado grandísimos males maltratando y matando las criaturas de Dios sin su permiso; y no te has contentado con matar y devorar las bestias, sino que has tenido el atrevimiento de dar muerte y causar daño a los hombres, hechos a imagen de Dios. Por todo ello has merecido la horca como ladrón y homicida malvado. Toda la gente grita y murmura contra ti y toda la ciudad es enemiga tuya. Pero yo quiero, hermano lobo, hacer las paces entre ti y ellos, de manera que tú no les ofendas en adelante, y ellos te perdonen toda ofensa pasada, y dejen de perseguirte hombres y perros. 

Ante estas palabras, el lobo, con el movimiento del cuerpo, de la cola y de las orejas y bajando la cabeza, manifestaba aceptar y querer cumplir lo que decía San Francisco. Díjole entonces San Francisco: 

— Hermano lobo, puesto que estás de acuerdo en sellar y mantener esta paz, yo te prometo hacer que la gente de la ciudad te proporcione continuamente lo que necesitas mientras vivas, de modo que no pases ya hambre; porque sé muy bien que por hambre has hecho el mal que has hecho. Pero, una vez que yo te haya conseguido este favor, quiero, hermano lobo, que tú me prometas que no harás daño ya a ningún hombre del mundo y a ningún animal. ¿Me lo prometes? 

El lobo, inclinando la cabeza, dio a entender claramente que lo prometía. San Francisco le dijo: 

— Hermano lobo, quiero que me des fe de esta promesa, para que yo pueda fiarme de ti plenamente. 

Tendióle San Francisco la mano para recibir la fe, y el lobo levantó la pata delantera y la puso mansamente sobre la mano de San Francisco, dándole la señal de fe que le pedía. Luego le dijo San Francisco: 

— Hermano lobo, te mando, en nombre de Jesucristo, que vengas ahora conmigo sin temor alguno; vamos a concluir esta paz en el nombre de Dios. 

El lobo, obediente, marchó con él como manso cordero, en medio del asombro de los habitantes. Corrió rápidamente la noticia por toda la ciudad; y todos, grandes y pequeños, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, fueron acudiendo a la plaza para ver el lobo con San Francisco. Cuando todo el pueblo se hubo reunido, San Francisco se levantó y les predicó, diciéndoles, entre otras cosas, cómo Dios permite tales calamidades por causa de los pecados; y que es mucho más de temer el fuego del infierno, que ha de durar eternamente para los condenados, que no la ferocidad de un lobo, que sólo puede matar el cuerpo; y si la boca de un pequeño animal infunde tanto miedo y terror a tanta gente, cuánto más de temer no será la boca del infierno. 

— Volveos, pues, a Dios, carísimos, y haced penitencia de vuestros pecados, y Dios os librará del lobo al presente y del fuego infernal en el futuro. 

Terminado el sermón, dijo San Francisco: 

— Escuchad, hermanos míos: el hermano lobo, que está aquí ante vosotros, me ha prometido y dado su fe de hacer paces con vosotros y de no dañaros en adelante en cosa alguna si vosotros os comprometéis a darle cada día lo que necesita. Yo salgo fiador por él de que cumplirá fielmente por su parte el acuerdo de paz. 

Entonces, todo el pueblo, a una voz, prometió alimentarlo continuamente. Y San Francisco dijo al lobo delante de todos: 

— Y tú, hermano lobo, ¿me prometes cumplir para con ellos el acuerdo de paz, es decir, que no harás daño ni a los hombres, ni a los animales, ni a criatura alguna? El lobo se arrodilló y bajó la cabeza, manifestando con gestos mansos del cuerpo, de la cola y de las orejas, en la forma que podía, su voluntad de cumplir todas las condiciones del acuerdo. 

Añadió San Francisco: 

— Hermano lobo, quiero que así como me has dado fe de esta promesa fuera de las puertas de la ciudad, vuelvas ahora a darme fe delante de todo el pueblo de que yo no quedaré engañado en la palabra que he dado en nombre tuyo. Entonces, el lobo, alzando la pata derecha, la puso en la mano de San Francisco. Este acto y los otros que se han referido produjeron tanta admiración y alegría en todo el pueblo, así por la devoción del Santo como por la novedad del milagro y por la paz con el lobo, que todos comenzaron a clamar al cielo, alabando y bendiciendo a Dios por haberles enviado a San Francisco, el cual, por sus méritos, los había librado de la boca de la bestia feroz. 

El lobo siguió viviendo dos años en Gubbio; entraba mansamente en las casas de puerta en puerta, sin causar mal a nadie y sin recibirlo de ninguno. La gente lo alimentaba cortésmente, y, aunque iba así por la ciudad y por las casas, nunca le ladraban los perros. Por fin, al cabo de dos años, el hermano lobo murió de viejo; los habitantes lo sintieron mucho, ya que, al verlo andar tan manso por la ciudad, les traía a la memoria la virtud y la santidad de San Francisco.


lunes, 27 de abril de 2009

ORACIÓN A LA VIRGEN DE GUADALUPE PARA ENCOMENDAR A MÉXICO POR LA EPIDEMIA DE LA INFLUENZA




Madre del Verdadero Dios por quien se vive, Tú que nos has rescatado de otras plagas, encomiéndanos a la misericordia de Aquel que nos sanó con Sus llagas y nos libró de la muerte con Su Resurrección.
 
Santa María de Guadalupe:

A ti que nos amas con especial ternura,

velas por nosotros con maternal intercesión

y nos procuras siempre tu eficaz ayuda

suplicamos tu protección y auxilio

para superar pronto esta epidemia

que ha venido a afectar nuestra nación.


Cúbrenos con tu manto,

líbranos de este mal.


Ruega por todas las autoridades

y por quienes tienen poder de decisión

para que sepan establecer medidas y prioridades

para prevenir y ayudar a toda la población,

y en particular a quienes son más vulnerables.


Concédenos prudencia y serenidad

para actuar con mucha responsabilidad

y así evitar ser contagiados o contagiar.

Socorre al personal de salud,

vela por la recuperación de los enfermos

y sé consuelo de quien se encuentran en duelo.


Madre del Verdadero Dios por quien se vive,

Tú que nos has rescatado de otras plagas,

encomiéndanos a la misericordia

de Aquel que nos sanó con Sus llagas

y nos libró de la muerte con Su Resurrección.

Enséñanos a unir nuestro dolor al Suyo

para hallarle sentido redentor

y salir de esta adversidad fortalecidos

en la fe, la esperanza y el amor. Amén.

+Norberto Card. Rivera Carrera

Arzobispo Primado de México
Fuente: SIAME

jueves, 23 de abril de 2009

Volver a las raices




Así como el árbol no puede vivir sin raíces, el ser humano tampoco.

Es triste ver como los ideólogos ¿? llamados progresistas, se dedican a defenestrar todo aquello que tiene raíces profundas en el hombre: costumbres, fe, tradiciones, instituciones y familia.

Haciendo un rápido análisis podemos descubrirlos y anticipar su estrategia. 

Si a un pueblo le quitan sus costumbres y tradiciones invadiéndolo con consignas e imágenes que corresponden a otras identidades, obtenemos un deterioro pernicioso y anticipable: la eliminación de la cultura, que quizás es el único factor de esperanza en crisis profundas. Pues los recursos se acaban o quedan inutilizados por las tecnologías, pero la cultura da la identidad aun pueblo necesaria para seguir siendo. Un ejemplo es la evolución de nuestra música en las últimas décadas, del tango ejecutado con los mismos instrumentos de una orquesta sinfónica a la cumbia villera ejecutada con un objeto similar a un rallador. Sólo basta escuchar la composición musical de estos dos géneros para ver la involución producida.

El gran descreimiento en las instituciones se debe en gran medida a la permanente manipulación de los medios de comunicación social, quienes sistemáticamente demonizan a toda aquellas organizaciones humanas que tengan larga trayectoria. Pareciera que sienten un morboso placer cuando un hombre de la vida política, eclesial o castrense/policial muestra su miseria humana y comete algún ilícito o inmoralidad. Las centenas de hombres y mujeres que sirven en estos estamentos y las miles de horas de servicio que prestan a la comunidad en obras de todo tipo quedan generalmente ignoradas ante la aparición de algunas pocas excepciones, que como en toda actividad humana, siempre existen.

Lo más dañino es la permanente inducción que hacen sobre las generaciones más jóvenes despertando el rechazo, la apatía y el desinterés en estas actividades tan ligadas con el desarrollo del ser humano como tal.

La familia es en estas últimas décadas la más golpeada de las instituciones, con la relativización de los compromisos y con la laxitud de las leyes actuales, donde todo da lo mismo y todo tiende a perder identidad al mezclarse en una especie de fango conceptual y espiritual que mezcla lo moral y lo inmoral, lo lícito y lo ilícito, lo bueno con lo malo, pues pretenden hacer creer que todo es lo mismo. Evidentemente que este popurrí descontrolado de derechos mal entendidos están destrozando quizás la más antigua de las instituciones humanas.

Testigos de este flagelo son: los millones de niños abortados por año, los miles de ancianos abandonados en geriátricos y hogares porque ya no se valen por si mismo, es lógico que un egoísta piense que los padres cuando no generan dinero y además son una carga que les impide hacer su actividades, son descartables e inconvenientes. Y en ese esquema lógico, la solución es guardarlos en algún lugar donde no se noten demasiado.

Por otro lado, millones de hijos de padres separados o divorciados tienen que convivir con situaciones inentendibles para ellos, con la angustia de tener su familia dividida y además con la desgracia de tener que vivir con gente que recién conocen (parejas e hijos de las nuevas relaciones de sus progenitores). Al final no entienden para que nacieron, si nadie se quiere hacer cargo de sus necesidades afectivas y espirituales y solo tienen progenitores que se dedican a disputarse su amor comprándoles cosas y más cosas, pero de hablarles en profundidad, de contenerlos mental y espiritualmente y de amarlos ni hablemos. 

Ante semejante panorama es la Iglesia, la única que vela por estos intereses y evidentemente se transforma en el foco de ataques de estos grandes campeones del liberalismo. Una institución creada por Dios, evidentemente es el blanco preferido de aquellos que con sus palabras, sus hechos o ambas cosas niegan su existencia.

¿Y ante esta desolación que hacemos?

Lo básico, debemos volver a los básicos.

Amar, comprometerse, educar, rezar y trabajar por los demás. Muchos encontrarán que es una falacia o un infantilismo, contra semejante enemigo, como es el relativismo laicista progresista actual, acciones tan simples. La verdad no hay otro camino que el camino de Dios, cuando Jesús de Nazaret se enfrentó con las muchas iniquidades de su tiempo usó este mismo método: Educó a sus apóstoles, vivía retirándose para orar y trabajó siempre para los demás, los signos y milagros que hizo dan cuenta de que paso haciendo el bien. Todo esto en la esencia de su propio ser: el Amor. Y amó hasta el extremo de dar su vida por cada uno de nosotros.

Volvamos a nuestras raíces. No perdamos las esperanzas en estos momentos de oscuridad y pidamos al Resucitado que nos de la fortaleza necesaria para nunca dejar de creer que esto puede cambiar en la medida de que con Fe, Esperanza y Caridad cada uno de nosotros se levante cada día con un solo propósito: construir el Reino junto a Cristo Jesús.

Marcelo Arrabal

miércoles, 22 de abril de 2009

El pecado en la Iglesia



por P. Emile Mersch S.J.

Nuestra redención por Cristo no se completa hasta que El muere. Esto es verdad también en lo que respecta a la redención que tiene lugar en el Cuerpo Místico: no terminará de completarse hasta que el cuerpo entero deje de morar en este mundo, o sea, hasta el tiempo del fin. No estará completa para caada uno de sus miembros hasta que ése miembro muera. El pecado no será eliminado hasta que todo esto suceda. Mientras este mundo dure hay ocasión de pecar porque estamos en un tiempo de prueba.

Va todo junto: el pecado es la razón de la muerte redentora del Salvador; el pecado es lo que causa la pasión y la muerte del Cuerpo Místico en el cual obra la redención. Sin embargo, en la muerte del Salvador, el pecado pertenece exclusivamente a otros. En la muerte del Cuerpo Místico por la cual la humanidad participa en su propia redención, el pecado no pertenece ya a otros, sino a los mismos hombres que lo componen. Es por eso que ambas pasiones difieren en forma. La Pasión de la Cabeza fue sin mancha... La pasión de la raza humana carece de esa pureza, que en su caso debe ser conquistada. La ley del pecado se agita maligna en el interior del hombre. Y este “cuerpo” de Cristo está diseñado para esos humanos, tal como son, para hacerlos mejores de lo que son. Este objetivo se logra, en gran parte, por las disputas y dolores que los hombres se infligen entre sí, sea a propósito o sin quererlo. También ocurre en ocasiones como resultado de una mezcla de malicia, distracción y buenas intenciones. La humanidad es pecaminosa. Lleva consigo el peso de sus crímenes pasados y nuevos.

Como consecuencia hay un intenso deseo de justicia y amor, un deseo insatisfecho por un mundo mejor que toma forma y se aviva en el alma humana no sin ayuda de la gracia. Pero este deseo apenas se dibuja en las oscuras soledades de la conciencia profunda y es por eso que sus manifestaciones son tan incoherentes que vivimos la tragedia de un gigante ciego y rabioso que vuelve sus armas contra sí mismo y así se destroza en la oscuridad. Esta es la clase de humanidad de la que la Iglesia está compuesta.

Nos ocupamos aquí de un asunto delicado que es la fuente de mucho desánimo y escándalo. No nos cuesta entender que la Iglesia debe tener sus mártires y que los inocentes deben sucumbir a la persecución o la enfermedad. Lo difícil de aceptar es, sin embargo, que tal sea la esposa de Cristo que El ha tomado para hacerla santa e inmaculada, sin impureza o mancha de ninguna clase.

Es duro aceptar que tal sea el cuerpo de Cristo que Dios ha elegido desde la eternidad para adornar con la gracia de Su adopción en pureza y santidad. Que ése objeto deba ser profanado por la envidia y la malicia y que esas miserables fallas morales deban aparecer tan prominentemente, aun en sus actividades más características... parece imposible de aceptar.

Sin embargo es así. El santo Cuerpo Místico es un cuerpo en el que la redención se logra sin que aparentemente se alcance a completar. En dicho cuerpo el pecado está presente y activo, ganando nueva fuerza con cada generación. En este cuerpo el pecado tiene su lugar necesario, un lugar del cual debe ser extraído. ése mismo lugar es donde ocurrirán las pruebas que lo expulsarán. En ése lugar obra la redención.

Sin lugar a dudas, el bautismo—que aplica la redención a cada individuo— elimina completamente el pecado contenido en el alma. Sin embargo el bautismo no seca la fuente del pecado, como claramente lo enseña el Concilio de Trento (D 802-6). La persona bautizada tiene que luchar contra las fuerzas que lo arrastran al pecado y también contra sí misma, porque a menudo será su principal tentador. No puede simplemente evitar todo pecado (D 833) y la terrible posibilidad de perder la eternidad se cierne siempre sobre su vida.

En forma similar, la fuente del pecado permanece en la Iglesia militante en general, ya que lo que el bautismo hace por el individuo, la muerte de Cristo ha hecho por el entero Cuerpo Místico. La Iglesia está compuesta de pecadores, de ahí que las grandes oraciones sean el rezo de grandes pecadores, “perdónanos nuestras ofensas”, “Santa María, Madre de Dios, ora por nosotros pecadores”. El pecado está en la Iglesia, es contagioso y no se puede erradicar. Como la mala hierba en el campo que crece una y otra vez obstinadamente, y no será exterminado hasta que la Iglesia misma no sea ya más, en el Dia del Fin, cuando llegue el tiempo de la cosecha.

La santidad de la Iglesia no es menos real por eso, pero es una santidad mas realista, la santidad de la Iglesia militante. La Iglesia es santa porque es obra y propósito de Dios y no porque los hombres contribuyan algo de sus propios recursos o actividades que parten exclusivamente de su propia voluntad ¡Pobres de los hombres que proclamen su propia justicia y se crean mejores que sus semejantes!

Una profunda similitud enlaza a los miembros dentro del Cuerpo Místico con el más depravado de los miembros del mundo. Los que tratan de ser sinceros se dan cuenta perfectamente de eso. Pero entonces, si los miembros del Cuerpo Místico son pecadores, deberán actuar como pecadores. Deberán tratar de deshacerse de sus pecados y al hacerlo darán indicios de esa voluntad de deshacerse del pecado y al hacerlo darán buena señal de la clase de pecado que los abruma.

Una excepción debe hacerse para aquellas acciones que Cristo realiza en la Iglesia. Por ejemplo, la administración de los sacramentos, la proclamación solemne de los dogmas. En esas cosas hallamos únicamente santidad.

En cualquier otro lugar, cuandoquiera que el hombre actúa como hombre, en las acciones del mejor de los cristianos y en las más excelsas cabezas de la Iglesia, la debilidad humana, la malicia y las huellas del pecado humano se descubrirán con frecuencia. Los mismos santos no escapan por completo a estas miserias hasta que llegan al instante de su mas completa madurez espiritual, al momento de su muerte. Debemos creer que la gracia tiende a salvaguardar a los pastores de la Iglesia en proporción a la importancia de sus actos. Esto, sin embargo no limita su libertad porque eso sería limitar la libertad natural del hombre.

Traducido del inglés por Carlos Caso-Rosendi

Referencias

Extraído de Emile Mersch, S J., The Theology of the Mystical Body, (Teología del Cuerpo Místico) Publ. ET, Cyril Vollert, Sj. (St. Louis y Londres, 1951), PP. 305ff; citado por Hans Urs von Balthasar, en “Spouse of the Word, Casta Meretrix”, (Esposa de la Palabra, Casta Meretriz)

martes, 21 de abril de 2009

Lista de Oración




Hemos creado este lugar para que todos los que necesiten puedan pedir oración por sus seres queridos, sus difuntos, sus proyectos, sus problemas y por su vida en general.

Si pasas por esta página reza un Padrenuestro, tres Ave Maria y un Gloria por tus intenciones y por la de tus hermanos.

Padrenuestro

Padre Nuestro, que estás en el cielo, 
santificado sea tu Nombre; 
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas como también 
nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén. 

Ave María 

Dios te salve, María, llena eres de gracia,
el Señor es contigo. Bendita tú eres entre
todas las mujeres 
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, 
ruega por nosotros, pecadores, 
ahora y en la hora de nuestra muerte,
Amén.

Gloria

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, 
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
Amén.

Puedes dejar tus intenciones en los comentarios para que muchos creyentes le pidan a Dios por ellas y por ti.

lunes, 20 de abril de 2009

Doctores de la Iglesia: Santo Tomás de Aquino




Vamos a empezar a conocer un poco sobre los Doctores de la Iglesia. En este primer texto, encontramos resumida la vida de Santo Tomás de Aquino.

Nació en Roccasecca, cerca de Aquino, Nápoles.  El hijo menor de 12 hijos del Conde Landulf de Aquino.  Sus primeros estudios fueron con los benedictinos en Montecassino, cerca del castillo de sus padres.

Continúa por cinco años en la Universidad de Nápoles.  Allí supera a todos sus compañeros y se demuestra su portentosa inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos (comunidad recién fundada) y entra con ellos pero su familia se opone.Trata de huir hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos, loapresan en el castillo de Rocaseca por dos años.  Aprovecha el tiempo en la cárcel estudiando la Biblia y la teología.

Los hermanos, al ver que no logran convencerle contra su vocación, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás la confronta con un tizón encendido y la amenaza con quemarle el rostro si se atreve a acercársele.  La mujer huyó espantada.

Después de su liberación, Tomas fue enviado a Colonia, Alemania, donde estudió bajo el Padre Dominico San Alberto Magno
 Los compañeros al, ver a Tomás tan robusto y silencioso, lo tomaron por tonto, por lo que le pusieron como apodo: "El buey mudo". Pero un día, uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó a San Alberto. Al leerlos, este les dijo a los estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero".  Mas aun que su sabiduría destacaba su devoción. Pasaba horas en oración y tenía un profundo amor a la Eucaristía.

Recibió el doctorado de teología en la Universidad de París  y a los 27 años es maestro en París (1252-1260)En 1259 el Papa lo llama a Italia donde por siete años recorre el país predicando y enseñandoEn Orvieto (1261-1264), en Roma (1265-1267), en Viterbo (1268), en París (1269-1271) y en Nápoles (1272-1274). Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. En una ocasión, en la Universidad se traba una discusión acerca de la Eucaristía. Al no lograr ponerse de acuerdo, ambos bandos aceptan recurrir a Tomás para que diga la última palabra. Loque él dice es aceptado por todos.

En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra maestra de 14 tomos. Fundamentándose en la Sagrada Escritura, la filosofía, la teología y la doctrina de los santos, explica todas las enseñanzas católicas. La importancia de esta obra es enorme. El Concilio de Trento contaba con tres libros de consulta principal: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Santo Tomás logró introducir la filosofía de Aristóteles en las universidades.

Su humildad: Según el santo, eaprendió más arrodillándose delante del crucifijo que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio.  Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con gran respeto y total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente. Su lema en el trato era: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".

Amor a la Eucaristía
El Papa le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta 
Corpus Christi. Así compuso el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros cantos Eucarísticos clásicos.

Habiendo escrito Tomás bellos tratados acerca de Jesús Eucarístico, Jesús le dijo en visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?".  Respondió Tomás: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Compuso un tratado acerca del Ave María.

Final 
El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero enfermó cerca de Roma y lo recibieron en el monasterio cisterciense de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".  Allí 
murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero, fecha en la que se celebra su fiesta.

Canonizado en 1323, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y patrón de las universidades católicas y centros de estudio en 1880.

Les paso un vinculo para acceder a la Suma Teológica: 
http://www.dominicos.org/biblioteca/sumapaco/default.htm

Fuente: Corazones.org



jueves, 16 de abril de 2009

Legitima defensa: derecho y deber





Ante tanta impunidad y desinterés del estado, la justicia y los políticos por defender a los ciudadanos nos hacemos la pregunta inevitable: ¿Hasta donde me puedo defender?

I El respeto de la vida humana

2259 La Escritura, en el relato de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín (cf Gn 4, 8-12), revela, desde los comienzos de la historia humana, la presencia en el hombre de la ira y la codicia, consecuencias del pecado original. El hombre se convirtió en el enemigo de sus semejantes. Dios manifiesta la maldad de este fratricidio: ‘¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano’ (Gn 4, 10-11).

2260 La alianza de Dios y de la humanidad está tejida de llamamientos a reconocer la vida humana como don divino y de la existencia de una violencia fratricida en el corazón del hombre:

Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre... Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo él al hombre (Gn 9, 5-6).

El Antiguo Testamento consideró siempre la sangre como un signo sagrado de la vida (cf Lv 17, 14). La validez de esta enseñanza es para todos los tiempos.

2261 La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: ‘No quites la vida del inocente y justo’ (Ex 23, 7). El homicidio voluntario de un inocente es gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: obliga a todos y a cada uno, siempre y en todas partes.

2262 En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: ‘No matarás’ (Mt 5, 21), y añade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de la venganza. Más aún, Cristo exige a sus discípulos presentar la otra mejilla (cf Mt 5, 22-39), amar a los enemigos (cf Mt 5, 44). El mismo no se defendió y dijo a Pedro que guardase la espada en la vaina (cf Mt 26, 52).

La legítima defensa

2263 La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario. ‘La acción de defenderse puede entrañar un doble efecto: el uno es la conservación de la propia vida; el otro, la muerte del agresor... solamente es querido el uno; el otro, no’ (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 64, 7).

2264 El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal:

Si para defenderse se ejerce una violencia mayor que la necesaria, se trataría de una acción ilícita. Pero si se rechaza la violencia en forma mesurada, la acción sería lícita... y no es necesario para la salvación que se omita este acto de protección mesurada a fin de evitar matar al otro, pues es mayor la obligación que se tiene de velar por la propia vida que por la de otro (S. Tomás de Aquino, s. th. 2-2, 64, 7).

2265 La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro, del bien común de la familia o de la sociedad.”

2266 La preservación del bien común de la sociedad exige colocar al agresor en estado de no poder causar perjuicio. Por este motivo la enseñanza tradicional de la Iglesia ha reconocido el justo fundamento del derecho y deber de la legítima autoridad pública para aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito, sin excluir, en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte. Por motivos análogos quienes poseen la autoridad tienen el derecho de rechazar por medio de las armas a los agresores de la sociedad que tienen a su cargo.

Las penas tienen como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta. Cuando la pena es aceptada voluntariamente por el culpable, tiene un valor de expiación. La pena tiene como efecto, además, preservar el orden público y la seguridad de las personas. Finalmente, tiene también un valor medicinal, puesto que debe, en la medida de lo posible, contribuir a la enmienda del culpable (cf Lc 23, 40-43).

2267 Si los medios incruentos bastan para defender las vidas humanas contra el agresor y para proteger de él el orden público y la seguridad de las personas, en tal caso la autoridad se limitará a emplear sólo esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana.

Fuente: Catecismo Iglesia Católica