jueves, 24 de diciembre de 2009

Navidad: La Segunda Persona viene a nosotros como bebé





En Navidad Dios nace,
se mete en la historia,
se hace Bebé, se hace Niño.

Que el eterno nazca no resiste lógica humana,
sin embargo Dios-Amor para salvarnos ocupa la lógica del cielo.

Llegó otra Navidad, un año más vivido,
en algún momento apártate de los demás
y en el silencio de tu pieza, hazte esta pregunta:

Si Dios se hizo hombre para salvarte,
vos con tu vida ¿honras semejante don?

Reflexiona...

Mientras tu corazón palpite estás a tiempo
de que su Encarnación sea significativa para tu vida
empieza a vivir ahora la construcción del Reino.

Paz y Bien! Feliz Navidad

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Sin el Domingo no podemos vivir




«Sin el domingo no podemos vivir», nos remonta al año 304, cuando el emperador Diocleciano prohibió a los cristianos, so pena de muerte, poseer las Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir lugares para sus asambleas. En Abitene, pequeña localidad en lo que hoy es Túnez, en un domingo se sorprendió a 49 cristianos que, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía, desafiando las prohibiciones imperiales. Arrestados, fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino.

En particular, fue significativa la respuesta que ofreció Emérito al procónsul, tras preguntarle por qué habían violado la orden del emperador. Le dijo: «Sine dominico non possumus», sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades cotidianas y no sucumbir. Después de atroces torturas, los 49 mártires de Abitene fueron asesinados. Confirmaron así, con el derramamiento de sangre, su fe. Murieron, pero vencieron: nosotros les recordamos ahora en la gloria de Cristo resucitado.

La pregunta que nos tenemos que hacer nosotros bautizados y confirmados, católicos practicantes, que no dudamos en confesar nuestra fe: ¿Cómo es nuestro domingo?

¿Lo vivimos realmente como el Día del Señor, o lo tomamos como un descanso a las actividades semanales?

El problema sería que el domingo dejara de ser El Día del Señor, y que nosotros fuésemos: Los Señores del Domingo. En definitiva endiosarnos y no participar de la Eucaristía como es conveniente.

Te voy a dar algunos motivos para no faltar a la Eucaristía dominical:

  1. Nadie hará lo que tu digas, sino lo que tu hagas. Si eres católico debes demostrarlo en tu diario vivir.
  2. La gracia que recibes en la Eucaristía no tiene ninguna comparación con nada, pues es la presencia de Cristo en tu alma.
  3. La vida en comunidad se vive celebrando en comunidad. Nadie es Iglesia solo. Recuerda a San Pablo. Somos parte del cuerpo místico de Cristo y la unión de ese cuerpo es la misa.
  4. Sin compartir la Palabra es muy difícil que puedas llegar al próximo domingo en gracia. El enemigo aprovecha estos momentos para tentarte durante la semana, cuando el domingo estuviste lejos de Jesús.
  5. Es muy importante que la comunidad vea bebés, niños, jóvenes, adultos y viejos comulgando. Eso demuestra que somos la Iglesia peregrina en esta tierra, que no somos los primeros ni los últimos católicos. La misa es el ejemplo más perfecto.
  6. La misa hay que vivirla. No es un partido de futbol, ni una obra musical, eres parte central de la Eucaristía. ¿No te gusta la misa de tu parroquia? Fácil, en vez de criticar, acércate al sacerdote y ofrécele tu colaboración el aceptará gustoso. Y ya no será su misa, será nuestra misa.
  7. La misa es Don de Dios, es puro regalo, no la mereces en absoluto y es el mismo Jesús el que quiere regalarse a ti como alimento de Vida Eterna. La gente educada recibe y agradece los regalos. ¿Tú le agradeces a Dios la oportunidad de participar de la misa?
  8. La misa es sacrificio perpetuo, costo sangre, estigmas y dolor a Jesús. La misa conmemora los muchos latigazos, el escarnio público, el dolor de la traición y la soledad, el peso de la cruz, la sangre del Cordero (hasta la última gota). El dio su vida por ti, ¿tu compartirías con El una hora de las 168 semanales que te regala, por el solo hecho de despertarte?
  9. Es misterio, la misa es el misterio más grande que existe. Que un poco de pan y vino sean Jesús es el misterio más profundo. No te olvides que misterio es exceso de luz, no oscuridad. La misa te encandila de tanta Luz y Vida, aprovecha ese momento y vívela con contemplación. Es una previa del cielo.
  10. Es una promesa y una certeza de la presencia de Jesús. El Maestro se quiso quedar con nosotros en la apariencia más simple que existe. ¿Quieres estar con Dios? ¿Quieres vivir en Dios? La respuesta es simple: vive todos los domingos tu misa como el encuentro con quien más te ama. Te amo desde siempre y para siempre.

Y tu amigo mío ¿Cómo comenzarás a vivir tus misas?

Paz y Bien

Marcelo

viernes, 4 de diciembre de 2009

El verdadero católico es docil ante el Magisterio


La Iglesia, ‘columna y fundamento de la verdad’ (1 Tm 3, 15), ‘recibió de los apóstoles este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva’ (LG 17). ‘Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas’ ( CIC can. 747, 2).

El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación, con la ayuda de las obras de los teólogos y de los autores espirituales. Así se ha transmitido de generación en generación, bajo la dirección y vigilancia de los pastores, el ‘depósito’ de la moral cristiana, compuesto de un conjunto característico de normas, de mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados por la caridad. Esta catequesis ha tomado tradicionalmente como base, junto al Credo y el Padre Nuestro, el Decálogo que enuncia los principios de la vida moral válidos para todos los hombres.

El Romano Pontífice y los obispos como ‘maestros auténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo... predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica’ (LG 25). El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.

El grado supremo de la participación en la autoridad de Cristo está asegurado por el carisma de la infalibilidad. Esta se extiende a todo el depósito de la revelación divina (cf LG 25); se extiende también a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin los cuales las verdades salvíficas de la fe no pueden ser salvaguardadas, expuestas u observadas (cf CDF, decl. "Mysterium ecclesiae" 3).

La autoridad del Magisterio se extiende también a los preceptos específicos de la ley natural, porque su observancia, exigida por el Creador, es necesaria para la salvación. Recordando las prescripciones de la ley natural, el Magisterio de la Iglesia ejerce una parte esencial de su función profética de anunciar a los hombres lo que son en verdad y de recordarles lo que deben ser ante Dios (cf. DH 14).

La ley de Dios, confiada a la Iglesia, es enseñada a los fieles como camino de vida y de verdad. Los fieles, por tanto, tienen el derecho (cf CIC can. 213) de ser instruidos en los preceptos divinos salvíficos que purifican el juicio y, con la gracia, sanan la razón humana herida. Tienen el deber de observar las constituciones y los decretos promulgados por la autoridad legítima de la Iglesia. Aunque sean disciplinares, estas determinaciones requieren la docilidad en la caridad.

En la obra de enseñanza y de aplicación de la moral cristiana, la Iglesia necesita la dedicación de los pastores, la ciencia de los teólogos, la contribución de todos los cristianos y de los hombres de buena voluntad. La fe y la práctica del Evangelio procuran a cada uno una experiencia de la vida ‘en Cristo’ que ilumina y da capacidad para estimar las realidades divinas y humanas según el Espíritu de Dios (cf 1 Co 2, 10-15). Así el Espíritu Santo puede servirse de los más humildes para iluminar a los sabios y los constituidos en más alta dignidad.

Los ministerios deben ejercerse en un espíritu de servicio fraternal y de entrega a la Iglesia en nombre del Señor (cf Rm 12, 8.11). Al mismo tiempo, la conciencia de cada cual en su juicio moral sobre sus actos personales, debe evitar encerrarse en una consideración individual. Con mayor empeño debe abrirse a la consideración del bien de todos según se expresa en la ley moral, natural y revelada, y consiguientemente en la ley de la Iglesia y en la enseñanza autorizada del Magisterio sobre las cuestiones morales. No se ha de oponer la conciencia personal y la razón a la ley moral o al Magisterio de la Iglesia.

Así puede desarrollarse entre los cristianos un verdadero espíritu filial con respecto a la Iglesia. Es el desarrollo normal de la gracia bautismal, que nos engendró en el seno de la Iglesia y nos hizo miembros del Cuerpo de Cristo. En su solicitud materna, la Iglesia nos concede la misericordia de Dios que va más allá del simple perdón de nuestros pecados y actúa especialmente en el sacramento de la Reconciliación. Como madre previsora, nos prodiga también en su liturgia, día tras día, el alimento de la Palabra y de la Eucaristía del Señor.

Fuente: CIC 2032 ss

martes, 1 de diciembre de 2009

Pequeñas luces de esperanza



Para la familia como institución creada por Dios y como imagen trinitaria por excelencia, aún quedan luces de esperanza.

A pesar del esfuerzo sistemático de los relativistas, los ateos, los agnósticos, los progresistas y los liberales, por sepultar la familia con leyes antinaturales e inmorales, aún quedan hombres y mujeres dispuestos a defenderla.
Muchos padres y madres, sacerdotes, jueces, médicos, psicólogos, terapeutas y personas en general luchan diariamente para fortalecer y salvar la institución central para el desarrollo humano: la familia.

Nuestros legisladores y políticos, de un tiempo a esta parte, han tratado de hacer leyes que les den muchos votos sin importar si son o no morales. Divorcio, aborto y casamientos gay son agenda obligada de cualquier político que quiera estar en los más altos niveles de votación (y de corrupción también, porque ser corrupto no solo es recibir dinero sino también promover leyes que matan, que no protegen a los inocentes y que destruyen el núcleo de la sociedad).

Sin embargo hay personas honestas y que prefieren la verdad a la popularidad, como la jueza Dra. Marta Gomez Alsina, que fiel a lo que dice la ley argentina y también la de Dios, anuló la abominable decisión que autorizaba a los homosexuales al matrimonio, contra todo sentido común, despreciando miles de años de tradición y transformando en un circo el acontecimiento.

Esta decisión es pequeña luz de esperanza en una sociedad tan débil e inmoral como la nuestra.

Marcelo Arrabal