lunes, 27 de diciembre de 2010

Los niños necesitan del amor de un padre y de una madre




Durante el rezo del Ángelus, Benedicto XVI recordó que ayer se celebró la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, a la cual definió como “un modelo de vida para todas las familias, ya que Jesús ha querido nacer en una y así la ha bendecido y consagrado”.

El Pontífice pidió, además, una oración especial por todas las familias para que “no se desanimen ante las pruebas y las dificultades con las que se enfrentan”.

“Los niños necesitan del amor de un padre y de una madre, que es lo que les da seguridad y les permite descubrir el sentido de la vida”, subrayó.

Tras asegurar que “por esto, es muy importante que todos los niños que vienen al mundo sean acogidos en el calor de una familia”, aclaró que “no importan las comodidades exteriores. Jesús nació en un establo y como cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado”.

jueves, 14 de octubre de 2010

El peligro del hastio: un yugo imposible de cargar solo




Vivimos una sociedad que nos agota, en una cultura agobiante, con una escala de valores impuesta a la fuerza y aceptada por la inmensa mayoría...

la consecuencia normal es que nuestro ser está agobiado.


Ante un panorama con tanta injusticia social donde los humildes son vistos como un número de votos a comprar con planes de gobierno para las próximas elecciones. Los jóvenes son considerados como una manada de consumistas que generan por las modas y gustos millones de utilidades. Los trabajadores transformados en generadores de dinero fácil para el gobierno de turno que a través de los impuestos engordan día a día, no las arcas del estado, sino los bolsillos de unos pocos dirigentes inescrupulosos que se aprovechan de los indigentes, de los ignorantes y de los pobres sin el menor cuestionamiento moral.


Ante un panorama moral en franca decadencia donde se promulgan leyes contrarias a la familia, a la ley natural, donde se privilegia el instinto y no la razón. Ante oportunidades engañosas que se te ofrecen donde todo vale, donde puedes dar rienda suelta a tus pasiones, donde miles y miles de jóvenes son inducidos diariamente a una sexualidad animalizada e irresponsable y a evadirse de una cruelísima realidad quemándose el cerebro con drogas. Donde se promueven leyes abiertamente contrarias al derecho a la vida y a la dignidad del hombre.


Ante la carencia de oportunidades reales de una vida mejor, de trabajo, de estudio, de sentirse respetado, digno y amado de millones de personas de todos los estratos sociales.
Ante miles de niños tirados a su suerte en las calles, de miles de ancianos encerrados en geriátricos no por estar enfermos sino por ser improductivos. Ante miles de jóvenes librados a su suerte ante la violencia, el alcohol, los estupefacientes y el libertinaje cada fin de semana; porque los padres brillan por su ausencia.
Ante una comunicación y un diálogo cortado entre el gobierno y los opositores, los adultos y los jóvenes, los padres y los hijos. Ante un individualismo egoista que te deja definitivamente solo es normal que te sientas agobiado.


Que hacer ante esta situación desesperante?


Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, dice el Señor.


Jesús conoce profundamente al hombre y sabe de tentaciones, de dolores, de limitaciones, de situaciones injustas, de opresiones. Jesús es Dios pero también es hombre. Y nos conoce más intimamente que nosotros mismos.


Sabe que la sed que tenemos no es de cosas. Sabe que nada que puedas tener te calmará tu sed más profunda. Ni todo el dinero, ni todo el poder, ni todos los placeres, ni nada que exista en esta tierra podrá clamar la sed del hombre.


Porque la sed del hombre es sed de trascendencia y esa sed solo se sacia en Dios.


Sin un sentido profundo y trascendente de la vida solo queda el cansancio y el agobio. Cristo Jesús nos desafia con una paradoja. ¿A quien se le ocurre a alguien cansado ofrecerle un yugo? (por si no sabes que es un yugo, es la madera pesadisima que se le pone al ganado de tiro. Caballos y bueyes tiran los carros atados a un yugo).


Como habras descubierto los yugos mundanos son pesados...


La obligación de tener cada vez más cosas. La invitación que te hace el mundo a querer para vos todo lo que ves. La tentación permanente de querer tener más que los demás, de parecer más importante, más atractivo, más inteligente... En fin de aparentar y no de ser mejor persona. Ese es el yugo más pesado que existe.


Jesús te invita a sacarte ese yugo insoportable y en su lugar poner uno muchisimo más liviano, el yugo de Cristo es el yugo del amor, del compromiso, de la caridad, de la esperanza. Es un yugo que libera no que oprime.
Parte de la paradoja es que mientras más yugos seas capaz de ayudar a llevar a los demás, menos pesará el tuyo. No tiene lógica humana, porque la solidaridad es parte de la lógica divina.
El yugo que ofrece Jesús es un yugo liviano, porque es el mismo Cristo quien toma tu yugo y en forma de cruz se lo carga a cuestas El, para que a vos te sea muchisimo más liviano.

viernes, 13 de agosto de 2010

El hijo predilecto del padre




Había una vez un padre anciano que tenia varios hijos. El los amaba con todo su corazón, con todas sus fuerzas y con todo su espíritu, pero no en todos los casos era correspondido de igual forma.

Uno de ellos, el más serio, venía religiosamente todos los domingos a la cena modestísima que el padre ofrecía para sus hijos. Siempre era correcto, prolijo y puntual cuando se presentaba a la casa del padre. Pero sus visitas eran más una cuestión de cortesía y buena educación que un momento de intimidad y de llegada profunda al corazón del anciano. En la semana sólo le hacia dos breves llamadas por día una en la mañana y la otra al acostarse. A los ojos del mundo era un buen hijo, pero en lo más hondo del corazón del viejo había pena porque sabía que a pesar de las apariencias su hijo no estaba cercano a él.

El otro, apenas entrado en la juventud y por no estar de acuerdo con los valores que el padre le inculcaba, había abandonado el hogar paterno. A él nadie le iba a decir lo que tenía que hacer, el había decidido seguir sus sentimientos y su criterio, total para eso era un hombre libre. Ningún viejo le iba a decir como vivir su vida. De este poco se sabía, pero en el barrio había comentarios de que no era feliz, que había tenido problemas de adicción y que jamás pudo consolidar una familia y llevaba varios intentos fallidos de ser feliz. El padre, hasta el cansancio, lo había buscado, pero nunca le devolvía las llamadas ni le abría la puerta cuando lo iba a visitar, porque la miseria en la que vivía le daba vergüenza y su orgullo más fuerte en el. Este hijo entristecía los días del padre, pero no perdía las esperanzas y todos los días intentaba reconciliarse con él.

El último… este si que era un caso especial. Desobediente, cuestionador, por momentos era un amor y al rato daban ganas de …. Estaba muy lejos de ser un hijo ideal. Si hasta a veces no venía ni a celebrar los cumpleaños del viejo. A veces pasaban días sin que le llamara al padre para saber como estaba. Eso si, nunca hubo domingo que no estuviera compartiendo la mesa con su anciano padre y el resto de la familia. Era una máquina de hacer macanas al viejo y casi siempre las mismas, pero no tenía ningún problema de pedirle perdón sincero a su padre, el cual una y otra vez lo perdonaba de corazón. Porque cada vez que el padre estaba enfermo él estaba a su lado cuidándolo. Cada vez que se enteraba que estaba solo lo venía a ver, cada vez que al viejo le faltó algo él estuvo a su lado ayudando… y sobre todo cada vez que uno de sus hermanos tenía algún problema podía contar con él.

Como debes suponer el padre amaba mucho a este hijo porque sabía que a pesar de sus errores en el fondo era el que tenía el corazón más grande, porque era el que más amor le daba a él y a sus otros hijos. Era su hijo predilecto.

lunes, 26 de julio de 2010

La homosexualidad es un defecto




El prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos S.E.R. Jorge Cardenal Medina, señaló este domingo en una parroquia en Viña del Mar que «científicamente no está aclarado de dónde proviene este hecho ingrato de la homosexualidad. La Iglesia distingue la tendencia homosexual y la práctica homosexualidad. Si una persona tiene una tendencia homosexual es un defecto como si le faltara un ojo, una mano, un pie o que sé yo. Pero cuando ya estamos en la práctica en la vida sexual entre personas del mismo sexo, eso ya no es aceptable».

«Yo, en mi vida de sacerdote, he atendido a muchas personas con este problema. Y he conocido algunos que se han corregido, por ejemplo personas que son alcohólicos por medio de una disciplina,educación o re-educación se corrigen. Y he conocido alguno también que teniendo esta tendencia nunca en su vida ha cedido a este tendencia, lo que costó un esfuerzo muy grande porque su naturaleza lo impulsaba a otra cosa».

«Matrimonio» gay
Por último, y en relación al
«matrimonio» entre personas del mismo sexo, recientemente sancionado en la vecina Argentina, apuntó que ello «es algo contrario a le ley de Dios y ninguna ley humana puede ir contra la ley de Dios. Si una ley humana va contra la ley de Dios esa ley humana no existe, es un atropello,una cosa que no va tampoco con el bien de la sociedad. Espero que acá en Chile no vaya a pasar una cosa semejante. Si acá en Chile se propusiera, los obispos vamos a levantar la voz duro y fuerte».

miércoles, 21 de julio de 2010

Diferencias entre legal y legitimo




Es necesario en estos tiempos en que nos toca vivir poder hacer algunas aclaraciones que a la hora de decidir nos pueden ser muy útiles.

¿Qué significa que una acción sea legal?

Según la Real Academia Española de la Lengua

legal.

(Del lat. legālis).

1. adj. Prescrito por ley y conforme a ella.

2. adj. Perteneciente o relativo a la ley o al derecho.

3. adj. Verídico, puntual, fiel y recto en el cumplimiento de las funciones de su cargo.

4. adj. coloq. Esp. Leal o formal en su comportamiento



Es decir es todo aquello reglamentado por la ley.

¿Qué significa que una acción sea legítima?

legítimo, ma.

(Del lat. legitĭmus).

1. adj. Conforme a las leyes.

2. adj. lícito (justo).

3. adj. Cierto, genuino y verdadero en cualquier línea.

4. f. Der. Porción de la herencia de que el testador no puede disponer libremente, por asignarla la ley a determinados herederos.


Nos vamos a quedar con la segunda acepción de la palabra, algo que sea justo.

Para nosotros. los católicos, la fuente de toda razón y justicia es Dios, por lo tanto algo que vaya contra la ley natural que viene de Dios, es algo injusto e inmoral. Por consiguiente es algo ilegítimo.


O sea ¿algo que es legal puede ser ilegitimo?

Por supuesto que sí, hay leyes que son legales por ser leyes pero no son legitimas porque son inmorales, paso a citar ejemplos:

- es legal el casamiento gay (no matrimonio pues no hay matriz que ejerza su derecho natural de ser madre cuando hay dos machos o hembras en unión, pues no es posible la fecundación), pero no es legitimo, aunque te lo vendan en los medios como "normal".

- es legal en países como Cuba, China, Venezuela y USA torturar personas para proteger la seguridad nacional, pero no es legítimo porque viola claramente los derechos de las personas.

- es legal el consumo de drogas, pero no es legítimo, pues atenta contra el ser humano.

- es legal el aborto, pero no es legítimo pues le estas quitando la vida a un inocente, para supuestamente proteger a otro inocente. No resiste análisis lógico, pretender hacer el bien a alguien quitándole la vida a su hijo, nos agrade o no como haya sido concebido es un ser humano.

- será legal la eutanasia para aquellos que están enfermos y nada producen, en esta sociedad materialista se te mide por lo que generas o gastas no por lo que eres... pero jamás será legítimo.

Las leyes en occidente y en particular en Argentina se han transformado en un verdadero circo y son usadas para que las minorías inmorales (pero con inmenso poder económico y mediático) destrocen todo lo sagrado y valioso que quedaba (la iglesia, la familia, el hombre)

Como ves hay decenas de ejemplos de que lo legal puede no ser legítimo.

¿Y que hacer como católico?

Lo que te dicta la moral o sea lo legítimo. Miles de cristianos fueron muertos en los siglos I al III por no querer adorar al Cesar Romano, pues tenían un solo Dios: Jesús. Lo legal decía adora a este tipo, lo legitimo dice adora solo a Dios.

Por eso Cristo decía a Dios lo que es de Dios (lo moral, lo legítimo, lo verdadero) y al Cesar lo que es del Cesar (las leyes, las conveniencias, los pactos entre gallos y medianoche).

Estamos en tiempos difíciles donde tendrás que elegir si ser un ciudadano correcto políticamente y que avala todo lo legal que promueve un gobierno sin moral cristiana y lleno de resentimiento y odios anacrónicos. O bien optar por ser un cristiano legítimo y moral aunque te cueste caro, incluso arriesgando tu propia vida.

La decisión es tuya, nadie puede decidir por ti.

Que el Espíritu Santo te ayude a hacer lo correcto.




jueves, 15 de julio de 2010

Otro ataque del Enemigo Maligno




Una vez más el enemigo mentiroso (el acusador, diablo, satán, belzebú, angel caído y otros nombres mas con el cual lo conocemos) boicotea el Plan de Dios.

Dios desde siempre ama al hombre y dentro de su perfecto Plan de Salvación, al comienzo del mismo. La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26- 27) y se cierra con la visión de las "bodas del Cordero" (Ap 19,7.9). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su "misterio", de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas del pecado y de su renovación "en el Señor" (1 Co 7,39) todo ello en la perspectiva de la Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf Ef 5,31-32).(Cat.1602)

Evidentemente que el enemigo de la raza humana, lleno de celos y envidia por la Encarnación de la Segunda Persona Trinitaria, desde nuestros inicios nos tienta y hace caer en el error y en el pecado. El boicot es su estrategia, no es capaz de crear, luego se dedica a destruir lo creado.

Repasemos brevemente el deterioro que ha recibido el Plan de Dios en Occidente y especialmente en nuestra Patria Argentina, en el último tiempo.

Desde la década del 50 que se instaló un régimen anticlerical en nuestra Patria, si alguien lo duda deberíamos recordar que hasta nos quemaron las iglesias.

En la década del 70 pretendieron sembrar la cizaña dentro de nuestra casa inventando teologías que más que buscar a Dios, se dedicaban abiertamente a hacer un análisis histórico y antropológico errado, distante del Plan Divino, proponiendo la lucha de clases como parte de un modelo teológico, que gracias a Dios el Papa extirpó de raíz (como el cáncer que era).

Con el retorno de la democracia, se produjo el ataque sistemático a todo lo que era institucional, sin mediar más justicia que la venganza. Desconociendo abiertamente parte de la historia, tratando de apoderarse de la verdad y clasificando de facho, gorila, chupacirio, troglodita o retrogrado a todo el que pensara distinto. En vez de aprovechar semejante momento histórico para conciliar lo dedicaron a vengarse y a destruir lo que llevo siglos construir. Esto no es casualidad es parte del boicot que los representantes del Enemigo hacen para destruir sistemáticamente el Plan de Dios.

Es bueno hacer un análisis de los "enormes avances en los derechos humanos" que esto ha significado:

1. Leyes garantistas, hoy los delincuentes andan sueltos y los decentes viven encerrados por miedo. (Con eso rompieron la primer trinchera de cualquier individuo que es vivir en paz en su casa, en su barrio y en su pueblo o ciudad).
2. Ley de Divorcio, aumentando enormemente la cantidad de chicos sin familia ergo sin una sana y equilibrada formación. (Con esta ley reventaron la estructura básica de la sociedad: la familia)
3. Apoyos a políticas claramente contrarias a la protección de la vida, dictadas a la distancia por grupos de poder. (Con esto se amparan para atacar sistemáticamente la vida prenatal y los adultos mayores).
4. Ley de "Matrimonio" Gay, no es matrimonio ni nada que se le parezca, podrá ser legal pero no es legitimo. Es como decirle hijo a tu gato porque es lo único que tenes al lado. (Con esto destrozaron la última trinchera de cada niño y niña argentino. Su familia, lo más sagrado que un chico tiene después de su vida). Con esta ley también arruinaron el incierto futuro de los huérfanos u abandonados que esperaban una familia normal, con padre y madre. Ahora corren el riesgo de ser adoptados por gays y vivir el estigma de la vergüenza y las bromas de sus pares para el resto de sus ya tristes existencias.

¿Y ahora porque van?

No hay que ser profeta para darse cuenta, cuando en una guerra un ejercito le rompe las trincheras a su rival, el próximo paso es obvio: debe tomarlo prisionero o quitarle la vida.

Prepárense para que a muy corto plazo, este conglomerado de hijos de las tinieblas promulguen leyes más "progresistas":

1. Ley del Terror (atacar físicamente a todos los que piensan distinto)
2. Ley de Aborto
3. Ley de Eutanasia
4. y porque no legalizar la poligamia o el incesto (si es entre adultos y dicen amarse ¿cual sería el problema de legalizar esta práctica para no discriminar a esta minoría?)

El plan es claro:

1. destruir las instituciones (educación, justicia, salud, defensa, iglesia, campo)
2. destruir el núcleo de la sociedad la familia
3. destruir la persona

Coincide y no casualmente con el objetivo del maligno. ¿Qué coincidencia no?

Una vez más quedó demostrado anoche que la intolerancia, la falta de respeto y de moral vienen sistemáticamente del mismo lado. Lamentablemente estamos en estado de guerra moral y no venimos ganando. El enemigo nos despedaza nuestros niños, nuestros jóvenes y nuestras familias. No tiene piedad porque si no hacemos nada está muy cerca de lograr su objetivo. Ya pasó la última trinchera (tu familia) y ahora viene por tu vida y por tu alma.

Nuestro amado Cardenal nos decía hace poco: "Recordemos lo que Dios mismo dijo a su pueblo en un momento de mucha angustia: "esta guerra no es vuestra sino de Dios". Que ellos nos socorran, defiendan y acompañen en esta guerra de Dios."

Con el cual la suerte esta echada en esta guerra y no queda otra que rezar y luchar con todas nuestras fuerzas, porque sabemos que Dios lucha a nuestro lado como dice el Salmo 46.

sábado, 10 de julio de 2010

Macho y Hembra los creo





Publicamos la exposición de Elena D'Angelo de Marcone en la Audiencia Pública del Senado de la Nación en la provincia de Salta:

Primero ¡gracias por permitirme hablar! Estaba deseando expresarme. Me presento: soy Elena D'Angelo de Marcone, una mujer argentina de clase media. Casada a los 25 años, llegamos a cumplir las Bodas de Plata, luego murió mi marido, ahora tengo 86 años. Tuvimos nueve hijos, a los que ahora se han agregado (saquen la cuenta) 6 yernos, 2 nueras, 58 nietos, 10 nietos políticos y 15 bisnietos: 100 personas! descendiendo de un varón y una mujer. Creo que esta realidad me habilita para hablar hoy aquí en nombre de la gran familia argentina.
No vengo a vilipendiar, como personas individuales, a mis hermanos homosexuales, pero, ¡eso sí!, a defender, con uñas y dientes, a la familia. Por eso ustedes, señores senadores, hoy considérenme...¡una leona parida que sale a defender su cría! ¿A mis "cachorros" les quieren enseñar ustedes que NO somos, o varón o mujer, y que no hay otra? ¿Nos van a obligar a que: a nuestros hijos se les enseñe en las escuelas que SE PUEDE ELEGIR EL "GENERO" (o sexo) QUE UNO QUIERE TENER? Tremenda mentira biológica y psicológica! ¿Ignoran que: operaciones,implantes, hormonas, afeites, etc., no logran jamás borrar de los cromosomas el sello genético: "equis y" para ellos, y "equis equis" para ellas? ¿Y que las características psicológicas correspondientes los acompañarán hasta la muerte? ¿Ustedes estudian la posibilidad de DAR FUERZA DE LEY a las uniones entre personas del mismo sexo, que es como usar un par de zapatos, los dos para el pié izquierdo, o los dos para el pie derecho? ¿En eso gastan su tiempo? ¿Esos problemas de esas minorías van a condicionar y cambiar las sanas costumbres de la familia argentina?
¿Es posible que podamos IR A LA CARCEL por negarnos a renunciar a nuetros más caros valores morales? ¿O es que las leyes se han convertido en un poder tan inmenso y absoluto que hacen cada día más inútil el uso del libre albedrío? Ustedes, varones y mujeres, Senadores de la Nación ¿se van a hacer responsables de tamaña felonía?
Aunque en la Camara de Diputados esta ley ya ha sido aprobada, ustedes pueden todavía reflexionar y cambiar la historia.
Pero, sea como fuere, sepan una cosa: la familia argentina vive, late, late en el vientre de cada madre generosa y sacrificada, y en el corazón de cada varón macho y corajudo para pelearle a la vida y traer hijos al mundo, o mejor, a la Patria. Esta Patria nuestra, NECESITADA DE GENTE y no de niños abortados, ni de drogas y adminiculos para frenar los nacimientos, y, menos, de estas parejas estériles, que configuran la cultura de la muerte!
Señores: ustedes están hoy en Salta, tierra de gauchos intrépidos y viriles, y de mujeres femeninas y fértiles compañeras para toda la vida; aquí a cada gaucho le corresponde una china! Se van a ir de aqui con un NO!! grande como una casa!

lunes, 3 de mayo de 2010

Vivir y no vegetar





Junto a la Sábana Santa de Turín, Benedicto XVI mantuvo un encuentro festivo con los jóvenes de esa ciudad y de la región en el que les alentó a vivir la vida plenamente, y no simplemente vegetar.

"¡Sed testigos de Cristo en nuestro tiempo!", les exhortó, bajo la lluvia, en una Plaza de San Carlos salpicada por los multicolores paraguas de los miles de chicos y chicas presentes.

Pocos minutos antes de ir a venerar el lienzo que, según la tradición envolvió el cuerpo de Cristo tras ser crucificado, les dijo: "Que la Sábana Santa sea de manera totalmente particular para vosotros una invitación a imprimir en vuestro espíritu el rostro del amor de Dios, para ser vosotros mismos, en vuestros ambientes, con los de vuestra edad, una expresión creíble del rostro de Cristo".

"Santo Rostro de los rostros" era el título del himno que cantaban los jóvenes y que fue compuesto para esta ocasión.

El Papa dio cita a los muchachos en agosto de 2011 en Madrid, donde tendrá lugar la próxima edición de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

"Deseo de corazón que ese acontecimiento extraordinario, en el que espero que podáis participar en gran número, contribuya a hacer crecer en cada uno el entusiasmo y la fidelidad en el seguimiento de Cristo y en la acogida con alegría de su mensaje, fuente de vida nueva", reconoció el pontífice.

Y, como modelo, les presentó a un joven de Turín, Piergiorgio Frassati, estudiante, miembro de la Tercera Orden Dominica y de la Acción Católica, fallecido a los 24 años, (1901-1925), beatificado hace 20 años por Juan Pablo II.

"Su existencia quedó rodeada totalmente por la gracia y el amor de Dios y se consumó con serenidad y alegría, en el servicio apasionado a Cristo y a los hermanos", recordó el pontífice.

"Joven como vosotros, vivió con gran compromiso su formación cristiana y dio su testimonio de fe, sencillo y eficaz. Fue un muchacho fascinado por la belleza del Evangelio de las Bienaventuranzas, que experimentó toda la alegría de ser amigo de Cristo, de seguirle, de sentirse de manera viva parte de la Iglesia", añadió.

A la luz de su testimonio, el Papa alentó a los chicos y chicas a tener "el valor para escoger lo que es esencia en la vida".

"Vivir y no vegetar" repetía Piergiorio Frassati.

"Como él, ¡descubrid que vale la pena comprometerse por Dios y con Dios, responder a su llamada en las opciones fundamentales y en las cotidianas, incluso cuando cuesta!", concluyó.

Fuente: Zenit

lunes, 12 de abril de 2010

La victoria sera de Jesucristo




Lo dije en la Catedral el pasado Viernes Santo, porque estoy firmemente convencido. "La victoria será de Jesucristo. No será de esta sociedad, cuarteada en toda su estructura de valores y herida en sus cimientos morales. Una sociedad que considera progreso matar a sus hijos más débiles, corromper a los niños desde la escuela, incitar a los adolescentes y a los jóvenes al placer sexual más desenfrenado, ejercer la justicia según el color político de los jueces y de los reos, malgastar en cosas suntuarias y superfluas los bienes que son necesarios para la subsistencia de los más necesitados, en una palabra: una sociedad que se tambalea en sus cimientos éticos no puede dar el relevo a Jesucristo".

Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza. De ahí que tenga inteligencia para buscar y encontrar la verdad, voluntad para amar y libertad para ser responsable de sus actos. Ahí radica su grandeza y su dignidad. Ahí está también el fundamento de la igualdad radical entre todos los hombres y mujeres. Bien se ciña con diadema real o se vista con harapos de pordiosero, posea un capital multimillonario o no tenga dónde caerse muerto, sea elevado al más alto pedestal u ocupe el más bajo de todos los niveles, ante Dios todo hombre será siempre una imagen suya, un icono suyo, el ser más grande de cuantos viven en la tierra. Por eso, levantará siempre su dedo acusador frente a quienes, sirviéndose de su poder político, económico o mediático traten de despojar al hombre -a cualquier hombre- de su dignidad y grandeza.

Jesucristo todavía ha ido más lejos. Haciéndose él mismo hombre, engendrándole a una vida nueva por su muerte redentora y el bautismo, ha divinizado al hombre hasta un grado tal, que, sin dejar de ser hombre, le ha divinizado. Gracias a ello, ha aparecido una nueva raza de hombre sobre la tierra: la raza de los hijos de Dios, a la que todos los hombres están llamados a pertenecer. San Pablo, con el vigor de su poderosa inteligencia y la convicción de su encuentro personal con el Cristo vivo del camino de Damasco, lo formuló con enorme fuerza: "Ya no hay judío ni gentil, esclavo o libre, hombre o mujer", porque todos los bautizados han sido injertados en Cristo Jesús.

Jesús no se hizo hombre y murió por los pobres o por los ricos, por las clases altas o por las proletarias, por los que llamamos buenos y por los que llamamos malos, sino por los unos y los otros, por todos. Y mientras vivía defendió a las viudas, curó a los enfermos, resucitó a los muertos, fustigó a los poderosos que estaban corrompidos, multiplicó los panes para saciar a los hambrientos, amó y mandó amar a los enemigos, no condenó a la mujer sorprendida en adulterio, fustigó con inusitada fuerza las apariencias farisaicas que escondían montones de podredumbre en sus corazones, alabó la minúscula limosna de una viuda más que los grandes donativos de los ricos, abrazó y bendijo a los niños y tuvo en tan alta estima a la mujer, que los primeros testigos de su resurrección fueron unas mujeres

Jesús levanta hoy su voz acusadora contra todos los explotadores de la mujer, de los asalariados, de los que asesinan a los inocentes no nacidos y a los ancianos sin familia. ¿Jubilar a este Jesús de la historia, de la cultura, de la economía, de la organización social, en una palabra, del mundo de los hombres? Alguien tan poco sospechoso de creencias católicas, como el filósofo alemán Habermas, ha dicho que la cultura actual ha "descarrilado". Algo así como cuando chocan dos trenes de alta velocidad y sus aparatos sofisticados quedan inservibles, pero reclamando reparación para volver a circular y ser útiles.

Jesucristo propone un modelo de hombre capaz de volver a pensar en serio, capaz de amar sin límites a todos y capaz de compadecerse de los más necesitados. ¿Cómo puede tener la pretensión de eliminarlo el pensamiento débil de nuestra época, la actual sociedad egoísta, injusta y moralmente decadente?

Fuente: Monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos

domingo, 28 de marzo de 2010

Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?




Queridos amigos:
Este año celebramos el 25 aniversario de la institución de la Jornada Mundial de la Juventud, querida por el Siervo de Dios Juan Pablo II como una cita anual de los jóvenes creyentes de todo el mundo. Fue una iniciativa profética que ha dado abundantes frutos, ofreciendo a las nuevas generaciones la oportunidad de encontrarse, de ponerse a la escucha de la Palabra de Dios, de descubrir la belleza de la Iglesia y de vivir experiencias fuertes de fe, que han llevado a muchos a la decisión de entregarse totalmente a Cristo.
Esta XXV Jornada representa una etapa hacia el próximo Encuentro Mundial de jóvenes, que tendrá lugar en agosto de 2011 en Madrid, con la esperanza de que seáis muchos los que podáis vivir este evento de gracia.
Para prepararnos a esta celebración, quisiera proponeros algunas reflexiones sobre el tema de este año, tomado del pasaje evangélico del encuentro de Jesús con el joven rico: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Mc 10,17). Un tema que ya trató, en 1985, el Papa Juan Pablo II en una Carta bellísima, la primera dirigida a los jóvenes.
1. Jesús encuentra a un joven
«Cuando salía Jesús al camino, —cuenta el Evangelio de San Marcos— se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno mas que Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre”. Él replicó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño”. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres —así tendrás un tesoro en el cielo—, y luego sígueme”. Ante estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico» (Mc 10, 17-22).
Esta narración expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes, hacia vosotros, hacia vuestras ilusiones, vuestras esperanzas, y pone de manifiesto su gran deseo de encontraros personalmente y de dialogar con cada uno de vosotros. De hecho, Cristo interrumpe su camino para responder a la pregunta de su interlocutor, manifestando una total disponibilidad hacia aquel joven que, movido por un ardiente deseo de hablar con el «Maestro bueno», quiere aprender de Él a recorrer el camino de la vida. Con este pasaje evangélico, mi Predecesor quería invitar a cada uno de vosotros a «desarrollar el propio coloquio con Cristo, un coloquio que es de importancia fundamental y esencial para un joven» (Carta a los jóvenes, n. 2).
2. Jesús lo miró y lo amó
En la narración evangélica, San Marcos subraya como «Jesús se le quedó mirando con cariño» (Mc 10,21). La mirada del Señor es el centro de este especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. De hecho lo más importante del cristianismo no es una moral, sino la experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, seamos jóvenes o ancianos, pobres o ricos; que nos ama incluso cuando le volvemos la espalda.
Comentando esta escena, el Papa Juan Pablo II añadía, dirigiéndose a vosotros, jóvenes: «¡Deseo que experimentéis una mirada así! ¡Deseo que experimentéis la verdad de que Cristo os mira con amor!» (Carta a los jóvenes, n. 7). Un amor, que se manifiesta en la Cruz de una manera tan plena y total, que san Pablo llegó a escribir con asombro: «me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga2,20). «La conciencia de que el Padre nos ha amado siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre, —sigue escribiendo el Papa Juan Pablo II—, se convierte en un sólido punto de apoyo para toda nuestra existencia humana» (Carta a los jóvenes, n. 7), y nos hace superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, la falta de confianza.
En este amor se encuentra la fuente de toda la vida cristiana y la razón fundamental de la evangelización: si realmente hemos encontrado a Jesús, ¡no podemos renunciar a dar testimonio de él ante quienes todavía no se han cruzado con su mirada!
3. El descubrimiento del proyecto de vida
En el joven del evangelio podemos ver una situación muy parecida a la de cada uno de vosotros. También vosotros sois ricos de cualidades, de energías, de sueños, de esperanzas: ¡recursos que tenéis en abundancia! Vuestra misma edad constituye una gran riqueza, no sólo para vosotros, sino también para los demás, para la Iglesia y para el mundo.
El joven rico le pregunta a Jesús: «¿Qué tengo que hacer?». La etapa de la vida en la que estáis es un tiempo de descubrimiento: de los dones que Dios os ha dado y de vuestras propias responsabilidades. También es tiempo de opciones fundamentales para construir vuestro proyecto de vida. Por tanto, es el momento de interrogaros sobre el sentido auténtico de la existencia y de preguntaros: «¿Estoy satisfecho de mi vida? ¿Me falta algo?».
Como el joven del evangelio, quizá también vosotros vivís situaciones de inestabilidad, de confusión o de sufrimiento, que os llevan a desear una vida que no sea mediocre y a preguntaros: ¿Qué es una vida plena? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cuál puede ser mi proyecto de vida? «¿Qué he de hacer para que mi vida tenga pleno valor y pleno sentido?» (ibíd., n. 3).
¡No tengáis miedo a enfrentaros con estas preguntas! Ya que mas que causar angustia, expresan las grandes aspiraciones que hay en vuestro corazón. Por eso hay que escucharlas. Esperan respuestas que no sean superficiales, sino capaces de satisfacer vuestras auténticas esperanzas de vida y de felicidad.
Para descubrir el proyecto de vida que realmente os puede hacer felices, poneos a la escucha de Dios, que tiene un designio de amor para cada uno de vosotros. Decidle con confianza: «Señor, ¿cuál es tu designio de Creador y de Padre sobre mi vida? ¿Cuál es tu voluntad? Yo deseo cumplirla». Tened la seguridad de que os responderá. ¡No tengáis miedo de su respuesta! «Dios es mayor que nuestra conciencia y lo sabe todo» (1Jn 3,20).
4. ¡Ven y sígueme!
Jesús invita al joven rico a ir mucho más allá de la satisfacción de sus aspiraciones y proyectos personales, y le dice: «¡Ven y sígueme!». La vocación cristiana nace de una propuesta de amor del Señor, y sólo puede realizarse gracias a una respuesta de amor: «Jesús invita a sus discípulos a la entrega total de su vida, sin cálculo ni interés humano, con una confianza sin reservas en Dios. Los santos aceptan esta exigente invitación y emprenden, con humilde docilidad, el seguimiento de Cristo crucificado y resucitado. Su perfección, en la lógica de la fe a veces humanamente incomprensible, consiste en no ponerse ellos mismos en el centro, sino en optar por ir contracorriente viviendo según el Evangelio» (Benedicto XVI, Homilía en ocasión de las canonizaciones, 11 de octubre de 2009).
Siguiendo el ejemplo de tantos discípulos de Cristo, también vosotros, queridos amigos, acoged con alegría la invitación al seguimiento, para vivir intensamente y con fruto en este mundo. En efecto, con el bautismo, Él llama a cada uno a seguirle con acciones concretas, a amarlo sobre todas las cosas y a servirle en los hermanos. El joven rico, desgraciadamente, no acogió la invitación de Jesús y se fue triste. No tuvo el valor de desprenderse de los bienes materiales para encontrar el bien más grande que le ofrecía Jesús.
La tristeza del joven rico del evangelio es la que nace en el corazón de cada uno cuando no se tiene el valor de seguir a Cristo, de tomar la opción justa. ¡Pero nunca es demasiado tarde para responderle!
Jesús nunca se cansa de dirigir su mirada de amor y de llamar a ser sus discípulos, pero a algunos les propone una opción más radical. En este Año Sacerdotal, quisiera invitar a los jóvenes y adolescentes a estar atentos por si el Señor les invita a recibir un don más grande, en la vida del Sacerdocio ministerial, y a estar dispuestos a acoger con generosidad y entusiasmo este signo de especial predilección, iniciando el necesario camino de discernimiento con un sacerdote, con un director espiritual. No tengáis miedo, queridos jóvenes y queridas jóvenes, si el Señor os llama a la vida religiosa, monástica, misionera o de una especial consagración: ¡Él sabe dar un gozo profundo a quien responde con generosidad!
También invito, a quienes sienten la vocación al matrimonio, a acogerla con fe, comprometiéndose a poner bases sólidas para vivir un amor grande, fiel y abierto al don de la vida, que es riqueza y gracia para la sociedad y para la Iglesia.
5. Orientados hacia la vida eterna
«¿Qué haré para heredar la vida eterna?». Esta pregunta del joven del Evangelio parece lejana de las preocupaciones de muchos jóvenes contemporáneos, porque, como observaba mi Predecesor, «¿no somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?» (Carta a los jóvenes, n. 5). Pero la pregunta sobre la «vida eterna» aparece en momentos particularmente dolorosos de la existencia, cuando sufrimos la pérdida de una persona cercana o cuando vivimos la experiencia del fracaso.
Pero, ¿qué es la «vida eterna» de la que habla el joven rico? Nos contesta Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: «volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría» (Jn 16,22). Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre.
Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que nacen de la fe y de la esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar la realidad terrena, sintiendo que Dios nos prepara un horizonte mas grande, y a repetir con san Agustín: «Deseamos juntos la patria celeste, suspiramos por la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo» (Comentario al Evangelio de San Juan,Homilía 35, 9). Teniendo fija la mirada en la vida eterna, el beato Pier Giorgio Frassati, que falleció en 1925 a la edad de 24 años, decía: «¡Quiero vivir y no ir tirando!» y sobre la foto de una subida a la montaña, enviada a un amigo, escribía: «Hacia lo alto», aludiendo a la perfección cristiana, pero también a la vida eterna.
Queridos jóvenes, os invito a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia.
6. Los mandamientos, camino del amor auténtico
Jesús le recuerda al joven rico los diez mandamientos, como condición necesaria para «heredar la vida eterna». Son un punto de referencia esencial para vivir en el amor, para distinguir claramente entre el bien y el mal, y construir un proyecto de vida sólido y duradero. Jesús os pregunta, también a vosotros, si conocéis los mandamientos, si os preocupáis de formar vuestra conciencia según la ley divina y si los ponéis en práctica.
Es verdad, se trata de preguntas que van contracorriente respecto a la mentalidad actual que propone una libertad desvinculada de valores, de reglas, de normas objetivas, y que invita a rechazar todo lo que suponga un límite a los deseos momentáneos. Pero este tipo de propuesta, en lugar de conducir a la verdadera libertad, lleva a la persona a ser esclava de sí misma, de sus deseos inmediatos, de los ídolos como el poder, el dinero, el placer desenfrenado y las seducciones del mundo, haciéndola incapaz de seguir su innata vocación al amor.
Dios nos da los mandamientos porque nos quiere educar en la verdadera libertad, porque quiere construir con nosotros un reino de amor, de justicia y de paz. Escucharlos y ponerlos en práctica no significa alienarse, sino encontrar el auténtico camino de la libertad y del amor, porque los mandamientos no limitan la felicidad, sino que indican cómo encontrarla. Jesús, al principio del diálogo con el joven rico, recuerda que la ley dada por Dios es buena, porque «Dios es bueno».
7. Os necesitamos
Quien vive hoy la condición juvenil tiene que afrontar muchos problemas derivados de la falta de trabajo, de la falta de referentes e ideales ciertos y de perspectivas concretas para el futuro. A veces se puede tener la sensación de impotencia frente a las crisis y a las desorientaciones actuales. A pesar de las dificultades, ¡no os desaniméis, ni renunciéis a vuestros sueños! Al contrario, cultivad en el corazón grandes deseos de fraternidad, de justicia y de paz. El futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza. Si queréis, el futuro está en vuestras manos, porque los dones y las riquezas que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de vosotros, moldeados por el encuentro con Cristo, ¡pueden ofrecer la autentica esperanza al mundo! La fe en su amor os hará fuertes y generosos, y os dará la fuerza para afrontar con serenidad el camino de la vida y para asumir las responsabilidades familiares y profesionales. Comprometeos a construir vuestro futuro siguiendo proyectos serios de formación personal y de estudio, para servir con competencia y generosidad al bien común.
En mi reciente Carta encíclica —Caritas in veritate— sobre el desarrollo humano integral, he enumerado algunos grandes retos actuales, que son urgentes y esenciales para la vida de este mundo: el uso de los recursos de la tierra y el respeto de la ecología, la justa distribución de los bienes y el control de los mecanismos financieros, la solidaridad con los países pobres en el ámbito de la familia humana, la lucha contra el hambre en el mundo, la promoción de la dignidad del trabajo humano, el servicio a la cultura de la vida, la construcción de la paz entre los pueblos, el diálogo interreligioso, el buen uso de los medios de comunicación social.
Son retos a los que estáis llamados a responder para construir un mundo más justo y fraterno. Son retos que requieren un proyecto de vida exigente y apasionante, en el que emplear toda vuestra riqueza según el designio que Dios tiene para cada uno de vosotros. No se trata de realizar gestos heroicos ni extraordinarios, sino de actuar haciendo fructificar los propios talentos y las propias posibilidades, comprometiéndose a progresar constantemente en la fe y en el amor.
En este Año Sacerdotal, os invito a conocer la vida de los santos, sobre todo la de los santos sacerdotes. Veréis que Dios los ha guiado y que han encontrado su camino día tras día, precisamente en la fe, la esperanza y el amor. Cristo os llama a cada uno de vosotros a un compromiso con Él y a asumir las propias responsabilidades para construir la civilización del amor. Si seguís su palabra, también vuestro camino se iluminará y os conducirá a metas altas, que colman de alegría y plenitud la vida.
Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, os acompañe con su protección. Os aseguro mi recuerdo en la oración y con gran afecto os bendigo.
Vaticano, 22 de febrero de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

domingo, 21 de marzo de 2010

CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LOS CATÓLICOS DE IRLANDA


1. Queridos hermanos y hermanas de la Iglesia en Irlanda, os escribo con gran preocupación como Pastor de la Iglesia universal. Al igual que vosotros estoy profundamente consternado por las noticias concernientes al abuso de niños y jóvenes indefensos por parte de miembros de la Iglesia en Irlanda, especialmente sacerdotes y religiosos. Comparto la desazón y el sentimiento de traición que muchos de vosotros experimentaron al enterarse de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia en Irlanda.

Como sabéis, invité hace poco a los obispos de Irlanda a una reunión en Roma para que informasen sobre cómo abordaron esas cuestiones en el pasado e indicasen los pasos que habían dado para hacer frente a una situación tan grave. Junto con algunos altos prelados de la Curia Romana escuché lo que tenían que decir, tanto individualmente como en grupo, sea sobre el análisis de los errores cometidos y las lecciones aprendidas, que sobre la descripción de los programas y procedimientos actualmente en curso. Nuestras discusiones fueron francas y constructivas. Estoy seguro de que, como resultado, los obispos están ahora en una posición más fuerte para continuar la tarea de reparar las injusticias del pasado y de abordar cuestiones más amplias relacionadas con el abuso de los niños de manera conforme con las exigencias de la justicia y las enseñanzas del Evangelio.

2. Por mi parte, teniendo en cuenta la gravedad de estos delitos y la respuesta a menudo inadecuada que han recibido por parte de las autoridades eclesiásticas de vuestro país, he decidido escribir esta carta pastoral para expresaros mi cercanía, y proponeros un camino de curación, renovación y reparación.

Es verdad, como han observado muchas personas en vuestro país, que el problema de abuso de menores no es específico de Irlanda o de la Iglesia. Sin embargo, la tarea que tenéis ahora por delante es la de hacer frente al problema de los abusos ocurridos dentro de la comunidad católica de Irlanda y de hacerlo con coraje y determinación. Que nadie se imagine que esta dolorosa situación se resuelva pronto. Se han dado pasos positivos pero todavía queda mucho por hacer. Necesitamos perseverancia y oración, con gran fe en la fuerza salvadora de la gracia de Dios.

Al mismo tiempo, debo también expresar mi convicción de que para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda, debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves pecados cometidos contra niños indefensos. Ese reconocimiento, junto con un sincero pesar por el daño causado a las víctimas y sus familias, debe desembocar en un esfuerzo conjunto para garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de semejantes delitos.

Mientras os enfrentáis a los retos de este momento, os pido que recordéis la "roca de la que fuisteis tallados" (Isaías 51, 1). Reflexionad sobre la generosa y a menudo heroica contribución ofrecida a la Iglesia y a la humanidad por generaciones de hombres y mujeres irlandeses, y haced que de esa reflexión brote el impulso para un honesto examen de conciencia personal y para un sólido programa de renovación de la Iglesia y el individuo. Rezo para que, asistida por la intercesión de sus numerosos santos y purificada por la penitencia, la Iglesia en Irlanda supere esta crisis y vuelve a ser una vez más testimonio convincente de la verdad y la bondad de Dios Todopoderoso, que se manifiesta en su Hijo Jesucristo.

3. A lo largo de la historia, los católicos irlandeses han demostrado ser, tanto en su patria como fuera de ella, una fuerza motriz del bien. Monjes celtas como San Columba difundieron el evangelio en Europa occidental y sentaron las bases de la cultura monástica medieval. Los ideales de santidad, caridad y sabiduría trascendente, nacidos de la fe cristiana, quedaron plasmados en la construcción de iglesias y monasterios y en la creación de escuelas, bibliotecas y hospitales, que contribuyeron a consolidar la identidad espiritual de Europa. Aquellos misioneros irlandeses debían su fuerza y su inspiración a la firmeza de su fe, al fuerte liderazgo y a la rectitud moral de la Iglesia en su tierra natal.

A partir del siglo XVI, los católicos en Irlanda atravesaron por un largo período de persecución, durante el cual lucharon por mantener viva la llama de la fe en circunstancias difíciles y peligrosas. San Oliver Plunkett, mártir y arzobispo de Armagh, es el ejemplo más famoso de una multitud de valerosos hijos e hijas de Irlanda dispuestos a dar su vida por la fidelidad al Evangelio. Después de la Emancipación Católica, la Iglesia fue libre de nuevo para volver a crecer. Las familias y un sinfín de personas que habían conservado la fe en el momento de la prueba se convirtieron en la chispa de un gran renacimiento del catolicismo irlandés en el siglo XIX. La iglesia escolarizaba, especialmente a los pobres, lo que supuso una importante contribución a la sociedad irlandesa. Entre los frutos de las nuevas escuelas católicas se cuenta el aumento de las vocaciones: generaciones de sacerdotes misioneros, hermanas y hermanos, dejaron su patria para servir en todos los continentes, sobre todo en mundo de habla inglesa. Eran excepcionales, no sólo por la vastedad de su número, sino también por la fuerza de la fe y la solidez de su compromiso pastoral. Muchas diócesis, especialmente en África, América y Australia, se han beneficiado de la presencia de clérigos y religiosos irlandeses, que predicaron el Evangelio y fundaron parroquias, escuelas y universidades, clínicas y hospitales, abiertas tanto a los católicos, como al resto de la sociedad, prestando una atención particular a las necesidades de los pobres.

En casi todas las familias irlandesas, ha habido siempre alguien - un hijo o una hija, una tía o un tío - que dieron sus vidas a la Iglesia. Con razón, las familias irlandesas tienen un gran respeto y afecto por sus seres queridos que dedicaron la vida a Cristo, compartiendo el don de la fe con los demás y traduciéndola en acciones sirviendo con amor a Dios y al prójimo.

4. En las últimas décadas, sin embargo, la Iglesia en vuestro país ha tenido que enfrentarse a nuevos y graves retos para la fe debidos a la rápida transformación y secularización de la sociedad irlandesa. El cambio social ha sido muy veloz y a menudo ha repercutido adversamente en la tradicional adhesión de las personas a las enseñanzas y valores católicos. Asimismo , las prácticas sacramentales y devocionales que sustentan la fe y la hacen crecer, como la confesión frecuente, la oración diaria y los retiros anuales se dejaron ,con frecuencia, de lado.

También fue significativa en este período la tendencia, incluso por parte de los sacerdotes y religiosos, a adoptar formas de pensamiento y de juicio de la realidad secular sin referencia suficiente al Evangelio. El programa de renovación propuesto por el Concilio Vaticano II fue a veces mal entendido y, además, a la luz de los profundos cambios sociales que estaban teniendo lugar, no era nada fácil discernir la mejor manera de realizarlo. En particular, hubo una tendencia, motivada por buenas intenciones, pero equivocada, de evitar los enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares. En este contexto general debemos tratar de entender el inquietante problema de abuso sexual de niños, que ha contribuido no poco al debilitamiento de la fe y la pérdida de respeto por la Iglesia y sus enseñanzas.

Sólo examinando cuidadosamente los numerosos elementos que han dado lugar a la crisis actual es posible efectuar un diagnóstico claro de las causas y encontrar las soluciones eficaces. Ciertamente, entre los factores que han contribuido a ella, podemos enumerar: los procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa, la insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados, la tendencia de la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y de la salvaguardia de la dignidad de cada persona. Es necesaria una acción urgente para contrarrestar estos factores, que han tenido consecuencias tan trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han obscurecido tanto la luz del Evangelio, como no lo habían hecho siglos de persecución.

5. En varias ocasiones, desde mi elección a la Sede de Pedro, me he encontrado con víctimas de abusos sexuales y estoy dispuesto a seguir haciéndolo en futuro. He hablado con ellos, he escuchado sus historias, he constatado su sufrimiento, he rezado con ellos y por ellos. Anteriormente en mi pontificado, preocupado por abordar esta cuestión, pedí a los obispos de Irlanda, durante la visita ad limina de 2006 que "establecieran la verdad de lo ocurrido en el pasado y tomasen todas las medidas necesarias para evitar que sucediera de nuevo, para asegurar que los principios de justicia sean plenamente respetados y, sobre todo, para curar a las víctimas y a todos los afectados por estos crímenes atroces “ (Discurso a los obispos de Irlanda, el 28 de octubre de 2006).

Con esta carta, quiero exhortaros a todos vosotros, como pueblo de Dios en Irlanda, a reflexionar sobre las heridas infligidas al cuerpo de Cristo, los remedios necesarios y a veces dolorosos, para vendarlas y curarlas , y la necesidad de la unidad, la caridad y la ayuda mutua en el largo proceso de recuperación y renovación eclesial. Me dirijo ahora a vosotros con palabras que me salen del corazón, y quiero hablar a cada uno de vosotros y a todos vosotros como hermanos y hermanas en el Señor.

6. A las víctimas de abusos y a sus familias

Habéis sufrido inmensamente y me apesadumbra tanto. Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad. Muchos de vosotros han experimentado que cuando tuvieron el valor suficiente para hablar de lo que les había pasado, nadie quería escucharlos. Aquellos que sufrieron abusos en los internados deben haber sentido que no había manera de escapar de su dolor. Es comprensible que os sea difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia. En su nombre, expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos. Al mismo tiempo, os pido que no perdáis la esperanza. En la comunión con la Iglesia es donde nos encontramos con la persona de Jesucristo, que fue Él mismo una víctima de la injusticia y el pecado. Como vosotros aún lleva las heridas de su sufrimiento injusto. Él entiende la profundidad de vuestro dolor y la persistencia de su efecto en vuestras vidas y vuestras relaciones con los demás, incluyendo vuestra relación con la Iglesia.

Sé que a algunos de vosotros les resulta difícil incluso entrar en una iglesia después de lo que ha sucedido. Sin embargo, las heridas de Cristo, transformadas por su sufrimiento redentor, son los instrumentos que han roto el poder del mal y nos hacen renacer a la vida y la esperanza. Creo firmemente en el poder curativo de su amor sacrificial - incluso en las situaciones más oscuras y desesperadas - que libera y trae la promesa de un nuevo comienzo.

Al dirigirme a vosotros como un pastor, preocupado por el bienestar de todos los hijos de Dios, os pido humildemente que reflexionéis sobre lo que he dicho. Ruego que, acercándoos a Cristo y participando en la vida de su Iglesia - una Iglesia purificada por la penitencia y renovada en la caridad pastoral - podáis descubrir de nuevo el amor infinito de Cristo por cada uno de vosotros. Estoy seguro de que de esta manera seréis capaces de encontrar reconciliación, profunda curación interior y paz.

7. A los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños

Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes. Aquellos de vosotros que son sacerdotes han violado la santidad del sacramento del Orden, en el que Cristo mismo se hace presente en nosotros y en nuestras acciones. Junto con el inmenso daño causado a las víctimas, un daño enorme se ha hecho a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa.

Os exhorto a examinar vuestra conciencia, a asumir la responsabilidad de los pecados que habéis cometido y a expresar con humildad vuestro pesar. El arrepentimiento sincero abre la puerta al perdón de Dios y a la gracia de la verdadera enmienda.

Debéis tratar de expiar personalmente vuestras acciones ofreciendo oraciones y penitencias por aquellos que habéis ofendido. El sacrificio redentor de Cristo tiene el poder de perdonar incluso el más grave de los pecados y extraer el bien incluso del más terrible de los males. Al mismo tiempo, la justicia de Dios nos llama a dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitid abiertamente vuestra culpa, someteos a las exigencias de la justicia, pero no desesperéis de la misericordia de Dios.

8. A los padres

Os habéis sentido profundamente indignados y conmocionados al conocer los hechos terribles que sucedían en lo que debía haber sido el entorno más seguro para todos. En el mundo de hoy no es fácil construir un hogar y educar a los hijos. Se merecen crecer con seguridad, cariño y amor, con un fuerte sentido de su identidad y su valor. Tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales enraizados en la dignidad de la persona humana, a inspirarse en la verdad de nuestra fe católica y a aprender los patrones de comportamiento y acción que lleven a la sana autoestima y la felicidad duradera. Esta tarea noble pero exigente está confiada en primer lugar a vosotros, padres. Os invito a desempeñar vuestro papel para garantizar a los niños los mejores cuidados posibles, tanto en el hogar como en la sociedad en general, mientras la Iglesia, por su parte, sigue aplicando las medidas adoptadas en los últimos años para proteger a los jóvenes en los ambientes parroquiales y escolares. Os aseguro que estoy cerca de vosotros y os ofrezco el apoyo de mis oraciones mientras cumplís vuestras grandes responsabilidades

9. A los niños y jóvenes de Irlanda

Quiero dirigiros una palabra especial de aliento. Vuestra experiencia de la Iglesia es muy diferente de la de vuestros padres y abuelos. El mundo ha cambiado desde que ellos tenían vuestra edad. Sin embargo, todas las personas, en cada generación están llamadas a recorrer el mismo camino durante la vida, cualesquiera que sean las circunstancias. Todos estamos escandalizados por los pecados y errores de algunos miembros de la Iglesia, en particular de los que fueron elegidos especialmente para guiar y servir a los jóvenes. Pero es en la Iglesia donde encontraréis a Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre (cf. Hb 13, 8). Él os ama y se entregó por vosotros en la cruz. ¡Buscad una relación personal con Éll dentro de la comunión de su Iglesia, porque él nunca traicionará vuestra confianza! Sólo Él puede satisfacer vuestros anhelos más profundos y dar pleno sentido a vuestras vidas, orientándolas al servicio de los demás. Mantened vuestra mirada fija en Jesús y su bondad y proteged la llama de la fe en vuestros corazones. Espero en vosotros para que, junto con vuestros hermanos católicos en Irlanda, seáis fieles discípulos de nuestro Señor y aportéis el entusiasmo y el idealismo tan necesarios para la reconstrucción y la renovación de nuestra amada Iglesia.

10. A los sacerdotes y religiosos de Irlanda

Todos nosotros estamos sufriendo las consecuencias de los pecados de nuestros hermanos que han traicionado una obligación sagrada o no han afrontado de forma justa y responsable las denuncias de abusos. A la luz del escándalo y la indignación que estos hechos han causado, no sólo entre los fieles laicos, sino también entre vosotros y vuestras comunidades religiosas, muchos os sentís desanimados e incluso abandonados. Soy también consciente de que a los ojos de algunos aparecéis tachados de culpables por asociación, y de que os consideran como si fuerais de alguna forma responsable de los delitos de los demás. En este tiempo de sufrimiento, quiero dar acto de vuestra dedicación cómo sacerdotes y religiosos y de vuestro apostolado, y os invito a reafirmar vuestra fe en Cristo, vuestro amor por su Iglesia y vuestra confianza en las promesas evangélicas de la redención, el perdón y la renovación interior. De esta manera, podréis demostrar a todos que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (cf. Rm 5, 20).

Sé que muchos estáis decepcionados, desconcertados y encolerizados por la manera en que algunos de vuestros superiores abordaron esas cuestiones. Sin embargo, es esencial que cooperéis estrechamente con los que ostentan la autoridad y colaboréis en garantizar que las medidas adoptadas para responder a la crisis sean verdaderamente evangélicas, justas y eficaces. Por encima de todo, os pido que seáis cada vez más claramente hombres y mujeres de oración, que siguen con valentía el camino de la conversión, la purificación y la reconciliación. De esta manera, la Iglesia en Irlanda cobrará nueva vida y vitalidad gracias a vuestro testimonio del poder redentor de Dios que se hace visible en vuestras vidas.

11. A mis hermanos, los obispos

No se puede negar que algunos de vosotros y de vuestros predecesores han fracasado, a veces lamentablemente, a la hora de aplicar las normas, codificadas desde hace largo tiempo, del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños. Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones. Reconozco que era muy difícil comprender la magnitud y la complejidad del problema, obtener información fiable y tomar decisiones adecuadas en función de los pareceres contradictorios de los expertos. No obstante, hay que reconocer que se cometieron graves errores de juicio y hubo fallos de dirección. Todo esto ha socavado gravemente vuestra credibilidad y eficacia. Aprecio los esfuerzos llevados a cabo para remediar los errores del pasado y para garantizar que no vuelvan a ocurrir. Además de aplicar plenamente las normas del derecho canónico concernientes a los casos de abusos de niños, seguid cooperando con las autoridades civiles en el ámbito de su competencia. Está claro que los superiores religiosos deben hacer lo mismo. También ellos participaron en las recientes reuniones en Roma con el propósito de establecer un enfoque claro y coherente de estas cuestiones. Es imperativo que las normas de la Iglesia en Irlanda para la salvaguardia de los niños sean constantemente revisadas y actualizadas y que se apliquen plena e imparcialmente, en conformidad con el derecho canónico.


Sólo una acción decisiva llevada a cabo con total honestidad y transparencia restablecerá el respeto y el afecto del pueblo irlandés por la Iglesia a la que hemos consagrado nuestras vidas. Hay que empezar, en primer lugar, por vuestro examen de conciencia personal, la purificación interna y la renovación espiritual. El pueblo de Irlanda, con razón, espera que seáis hombres de Dios, que seáis santos, que viváis con sencillez, y busquéis día tras día la conversión personal. Para ellos, en palabras de San Agustín, sois un obispo, y sin embargo, con ellos estáis llamados a ser un discípulo de Cristo (cf. Sermón 340, 1). Os exhorto a renovar vuestro sentido de responsabilidad ante Dios, para crecer en solidaridad con vuestro pueblo y profundizar vuestra atención pastoral con todos los miembros de vuestro rebaño. En particular, preocupaos por la vida espiritual y moral de cada uno de vuestros sacerdotes. Servidles de ejemplo con vuestra propia vida, estad cerca de ellos, escuchad sus preocupaciones, ofrecedles aliento en este momento de dificultad y alimentad la llama de su amor por Cristo y su compromiso al servicio de sus hermanos y hermanas.

Asimismo, hay que alentar a los laicos a que desempeñen el papel que les corresponde en la vida de la Iglesia. Aseguraos de su formación para que puedan, articulada y convincentemente, dar razón del Evangelio en medio de la sociedad moderna (cf. 1 Pet 3, 15), y cooperen más plenamente en la vida y misión de la Iglesia. Esto, a su vez, os ayudará a volver a ser guías y testigos creíbles de la verdad redentora de Cristo.

12. A todos los fieles de Irlanda

La experiencia de un joven en la Iglesia debería siempre fructificar en su encuentro personal y vivificador con Jesucristo, dentro de una comunidad que lo ama y lo sustenta. En este entorno, habría que animar a los jóvenes a alcanzar su plena estatura humana y espiritual, a aspirar a los altos ideales de santidad, caridad y verdad y a inspirarse en la riqueza de una gran tradición religiosa y cultural. En nuestra sociedad cada vez más secularizada en la que incluso los cristianos a menudo encuentran difícil hablar de la dimensión trascendente de nuestra existencia, tenemos que encontrar nuevas modos para transmitir a los jóvenes la belleza y la riqueza de la amistad con Jesucristo en la comunión de su Iglesia. Para resolver la crisis actual, las medidas que contrarresten adecuadamente los delitos individuales son esenciales pero no suficientes: hace falta una nueva visión que inspire a la generación actual y a las futuras generaciones a atesorar el don de nuestra fe común. Siguiendo el camino indicado por el Evangelio, observando los mandamientos y conformando vuestras vidas cada vez más a la figura de Jesucristo, experimentaréis con seguridad la renovación profunda que necesita con urgencia nuestra época . Invito a todos a perseverar en este camino.

13. Queridos hermanos y hermanas en Cristo, profundamente preocupado por todos vosotros en este momento de dolor, en que la fragilidad de la condición humana se revela tan claramente, os he querido ofrecer palabras de aliento y apoyo. Espero que las aceptéis como un signo de mi cercanía espiritual y de mi confianza en vuestra capacidad para afrontar los retos del momento actual, recurriendo, como fuente de renovada inspiración y fortaleza a las nobles tradiciones de Irlanda de fidelidad al Evangelio, perseverancia en la fe y determinación en la búsqueda de la santidad. En solidaridad con todos vosotros, ruego con insistencia para que, con la gracia de Dios, las heridas inflingidas a tantas personas y familias puedan curarse y para que la Iglesia en Irlanda experimente una época de renacimiento y renovación espiritual

14. Quisiera proponer, además, algunas medidas concretas para abordar la situación.

Al final de mi reunión con los obispos de Irlanda, les pedí que la Cuaresma de este año se considerase un tiempo de oración para la efusión de la misericordia de Dios y de los dones de santidad y fortaleza del Espíritu Santo sobre la Iglesia en vuestro país. Ahora os invito a todos a ofrecer durante un año, desde ahora hasta la Pascua de 2011, la penitencia de los viernes para este fin. Os pido que ofrezcáis el ayuno, las oraciones, la lectura de la Sagrada Escritura y las obras de misericordia por la gracia de la curación y la renovación de la Iglesia en Irlanda. Os animo a redescubrir el sacramento de la Reconciliación y a utilizar con más frecuencia el poder transformador de su gracia.


Hay que prestar también especial atención a la adoración eucarística, y en cada diócesis debe haber iglesias o capillas específicamente dedicadas a ello. Pido a las parroquias, seminarios, casas religiosas y monasterios que organicen períodos de adoración eucarística, para que todos tengan la oportunidad de participar. Mediante la oración ferviente ante la presencia real del Señor, podéis cumplir la reparación por los pecados de abusos que han causado tanto daño y al mismo tiempo, implorar la gracia de una fuerza renovada y un sentido más profundo de misión por parte de todos los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles.

Estoy seguro de que este programa conducirá a un renacimiento de la Iglesia en Irlanda en la plenitud de la verdad de Dios, porque la verdad nos hace libres (cf. Jn 8, 32).

Además, después de haber rezado y consultado sobre el tema, tengo la intención de convocar una Visita Apostólica en algunas diócesis de Irlanda, así como en los seminarios y congregaciones religiosas. La visita tiene por objeto ayudar a la Iglesia local en su camino de renovación y se establecerá en cooperación con las oficinas competentes de la Curia Romana y de la Conferencia Episcopal Irlandesa. Los detalles serán anunciados en su debido momento.

También propongo que se convoque una misión a nivel nacional para todos los obispos, sacerdotes y religiosos. Espero que gracias a los conocimientos de predicadores expertos y organizadores de retiros en Irlanda, y en otros lugares , mediante la revisión de los documentos conciliares, los ritos litúrgicos de la ordenación y profesión, y las recientes enseñanzas pontificias, lleguéis a una valoración más profunda de vuestras vocaciones respectivas, a fin de redescubrir las raíces de vuestra fe en Jesucristo y de beber a fondo en las fuentes de agua viva que os ofrece a través de su Iglesia.

En este año dedicado a los sacerdotes, os propongo de forma especial la figura de San Juan María Vianney, que tenía una rica comprensión del misterio del sacerdocio. "El sacerdote -escribió- tiene la llave de los tesoros de los cielos: es el que abre la puerta, es el mayordomo del buen Dios, el administrador de sus bienes." El cura de Ars entendió perfectamente la gran bendición que supone para una comunidad un sacerdote bueno y santo: “Un buen pastor, un pastor conforme al corazón de Dios es el tesoro más grande que Dios puede dar a una parroquia y uno de los más preciosos dones de la misericordia divina ".Que por la intercesión de San Juan María Vianney se revitalice el sacerdocio en Irlanda y toda la Iglesia en Irlanda crezca en la estima del gran don del ministerio sacerdotal.

Aprovecho esta oportunidad para dar las gracias anticipadamente a todos aquellos que ya están dedicados a la tarea de organizar la Visita Apostólica y la Misión, así como a los muchos hombres y mujeres en toda Irlanda que ya están trabajando para proteger a los niños en los ambientes eclesiales. Desde el momento en que se comenzó a entender plenamente la gravedad y la magnitud del problema de los abusos sexuales de niños en instituciones católicas, la Iglesia ha llevado a cabo una cantidad inmensa de trabajo en muchas partes del mundo para hacerle frente y ponerle remedio. Si bien no se debe escatimar ningún esfuerzo para mejorar y actualizar los procedimientos existentes, me anima el hecho de que las prácticas vigentes de tutela, adoptadas por las iglesias locales, se consideran en algunas partes del mundo, un modelo para otras instituciones.

Quiero concluir esta carta con una Oración especial por la Iglesia en Irlanda, que os dejo con la atención que un padre presta a sus hijos y el afecto de un cristiano como vosotros, escandalizado y herido por lo que ha ocurrido en nuestra querida Iglesia. Cuando recéis esta oración en vuestras familias, parroquias y comunidades, la Santísima Virgen María os proteja y guíe a cada uno de vosotros a una unión más estrecha con su Hijo, crucificado y resucitado. Con gran afecto y confianza inquebrantable en las promesas de Dios, os imparto a todos mi bendición apostólica como prenda de fortaleza y paz en el Señor.

Desde el Vaticano, 19 de marzo de 2010, Solemnidad de San José,

BENEDICTUS PP. XVI


Traducción no oficial

Fuente:www.vatican.va