martes, 2 de junio de 2009

Dones del Espiritu Santo


Este título y la teoría conectada a el, así como la teoría de los frutos del Espíritu Santo y aquella de los pecados contra el Espíritu Santo, implican lo que los teólogos llaman apropiación. Se entiende por este término lo que es atribuído especialmente a las perfecciones de una Persona Divina y las obras exteriores que nos parecen más claramente e inmediatamente conectadas a El, cuando consideramos Sus características personales pero que en realidad son comunes a las Tres Personas. Es en este sentido que atribuimos al Padre, la perfección de onmipotencia con sus más impactantes manifestaciones, por ejemplo, la Creación, porque El es el principio de las otras dos Personas; Al Hijo atribuimos la sabiduría y las obras de sabiduría, porque El procede del Padre por el Intelecto; al Espíritu Santo atribuimos las operaciones de gracia y santificación de las almas y en particular, dones y frutos, porque El procede del Padre y del Hijo como Su amor mutuo y es llamado en las Sagradas Escrituras, la bondad y caridad de Dios.

Los dones del Espíritu Santo son de dos tipos: los primeros son especialmente encaminados a la santificación de la persona que los recibe; los segundos, son llamados más propiamente charismata, son favores extraordinarios otorgados para ayudar a otros, favores también, los cuales no santifican por sí mismos, e incluso pueden estar separados de la gracia santificante. Aquellos del primer tipo son considerados 7 en número, como los enumeraba Isaías (xi,2,3) donde el profeta los ve y describe en el Mesías. Son los dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, conocimiento y piedad (santidad) y temor del Señor. El don de sabiduría, al despegarnos del mundo, nos hace apetecer y amar solo las cosas del cielo. El don de entendimiento nos ayuda a atrapar las verdades de la religión en tanto sea necesario. El don de consejo salta desde la prudencia sobrenatural y nos permite ver y escoger correctamente aquello que ayudará más a la gloria de Dios y nuestra propia salvación. Por don de fortaleza recibimos el coraje para sobrellevar los obstáculos y dificultades que surgen en la prácticas de nuestros deberes religiosos. El don de conocimiento nos muestra el camino a seguir y los peligros a evitar para alcanzar el cielo. El don de piedad, al inspirarnos con una tierna y filial confianza en Dios, nos hace abrazar con gozo todo aquello que atañe a Su servicio. Finalmente, el don de temor nos llena de respeto soberano por Dios, y nos hace temer ofenderlo. En cuanto a la naturaleza interna de estos dones, los teólogos los consideran sobrenaturales y cualidades permanentes, los cuales nos hacen atentos a la voz de Dios, la cual nos hace susceptibles a las obras de gracia actual, la cual nos hace amar las cosas de Dios, y, consecuentemente, se traduce en más obediencia y docilidad a las inspiraciones del Espíritu Santo. ¿Pero, cómo difieren de las virtudes?. Algunos escritores piensan que realmente no se distinguen, que ellos son virtudes en tanto los primeros son dones gratuitos de Dios y están esencialmente identificados con la gracia, caridad y las virtudes. Esa opinión tiene el particular mérito de evitar una multiplicación de entidades infusas dentro del alma. Otros escritores ven los dones como perfecciones de un orden superior al de las virtudes; las últimas, dicen, nos disponen a seguir el impulso y guía de la razón; los primeros están funcionalmente encaminados a volver la voluntad obediente y dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo. Para saber más sobre la primera opinión, ver Bellevue, "L'uvre du Saint-Esprit" (Paris, 1902), 99 sq.; y para la última, ver Sto. Tomás, I-II, Q. lxviii, a. 1, y Froget, "De lhabitation du SaintEsprit dans les âmes justes" (Paris, 1900), 378 sq.

Los dones del segundo tipo o carismata, son conocidos por nosotros parcialmente por San Pablo y parcialmente de la Historia de la Iglesia primitiva, en el seno de la cual Dios las concedió plenamente. De estas "manifestaciones del Espíritu", "todas estas cosas [que] uno y el mismo Espíritu obró, separando a cada uno según su voluntad", los Apóstoles nos hablan, particularmente en I. Cor., xii, 6-11; I Cor., xii, 28-31; y Romanos xii, 6-8. En el primero de estos tres pasajes encontramos 9 carismatas mencionadas; el don de hablar con sabiduría, el don de hablar con conocimiento, fe y gracia de sanar, el don de milagros, el don de profecía, el don de discernir espíritus, el don de lenguas. A esta lista, debemos agregar, por lo menos, como se encuentra en los otros dos pasajes indicados, el don de gobierno, el don de ayuda y tal vez lo que Pablo llama distributio y misericordia. Sin embargo, no todos los exégetas concuerdan en el número de carismatas, o la naturaleza de cada una de ellas; tiempo atrás, San Crisóstomo y San Agustín habían señalado la oscuridad del tema. Adhiriendo a la visión mas probable sobre el tema, debemos inmediatamente clasificar la carismata y explicar el significado de la mayoría de ellas como sigue. Ellas forman cuatro grupos naturales:

  • Dos carismatas, que dicen relación a la enseñanza de las cosas Divinas: sermo sapientiae, sermo scientiae, la primera relativa a la exposición de los misterios superiores, la última al cuerpo de las verdades Cristianas.
  • Tres carismatas que dicen, apoyan estas enseñanzas: fides, gratia sanitatum, operatio virtutem. La fe de la que aquí se habla es la fe en el sentido usado por Mateo xvii, 19: la que obra maravillas; así es, como era, una condición y parte de los dos dones mencionados con ella.
  • Cuatro carismatas que sirven para edificar, exhortar y fomentar la fe y para desconcertar a los no creyentes: prophetia, discreto spirituum, genera linguarum, interpretatio sermonum. Estas cuatro al parecer, caen lógicamente dentro de dos grupos; de profecía, la cual esencialmente es el pronunciamiento inspirado sobre distintos temas religiosos, la declaración del futuro solo de importancia secundaria, que encuentra su complemento y, como fuera, se verifica en el don de espíritu de discernimiento; y que, como regla, podría ser el uso de lossololia - el don de hablar en lenguas - si el don de interpretarlas fuera querido?
  • Finalmente la carismata restante parece tener por objeto la administración de asuntos temporales, ánimo a obras de caridad: gubernationes, opitulationes, distributiones. Juzgando por el contexto, estos dones, aunque son conferidos y útiles en la dirección y confort del prójimo, no neceariamente se encuentran en todos los superiores eclesiásticos.

Siendo la carismata un favor extraordinario y no es requisito para la santificacion del individuo, no fueron otorgados indiscriminadamente sobre todos los Cristianos. Sin embargo, en la Era Apostólica, eran comparativamente comunes, especialmente en las comunidades de Jerusalem, Roma y Corintios. La razón de esto, es aparente: durante la infancia de las Iglesias, las carismatas eran extremadamente utiles e incluso moralmente necesarias para fortalecer la fe de los creyentes, para confundir a los infieles, para hacerlos reflexionar y contrarestar los falsos milagros con los cuales a veces prevalecían. San Pablo eran cuidadoso (I Cor., xii,xiii,xiv) para restringir autoritariamente el uso de estas carismatas dentro de los dones para los cuales fueron entregadas, y por eso insistían en su subordinación al poder de la jerarquía

 Fuente: Enciclopedia Católica


2 comentarios:

  1. los carismatas suman 10... y dice que son 9 no ms... donde esta el error?

    -Dos carismatas
    -Tres carismatas
    -Cuatro carismatas
    -Finalmente la carismata restante.

    =10 carismatas :?

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  2. Dos carismatas, que dicen relación a la enseñanza de las cosas Divinas: sermo sapientiae, sermo scientiae, la primera relativa a la exposición de los misterios superiores, la última al cuerpo de las verdades Cristianas.
    Tres carismatas que dicen, apoyan estas enseñanzas: fides, gratia sanitatum, operatio virtutem. La fe de la que aquí se habla es la fe en el sentido usado por Mateo xvii, 19: la que obra maravillas; así es, como era, una condición y parte de los dos dones mencionados con ella.
    Cuatro carismatas que sirven para edificar, exhortar y fomentar la fe y para desconcertar a los no creyentes: prophetia, discreto spirituum, genera linguarum, interpretatio sermonum. Estas cuatro al parecer, caen lógicamente dentro de dos grupos; de profecía, la cual esencialmente es el pronunciamiento inspirado sobre distintos temas religiosos, la declaración del futuro solo de importancia secundaria, que encuentra su complemento y, como fuera, se verifica en el don de espíritu de discernimiento; y que, como regla, podría ser el uso de lossololia - el don de hablar en lenguas - si el don de interpretarlas fuera querido?
    Finalmente la carismata restante parece tener por objeto la administración de asuntos temporales, ánimo a obras de caridad: gubernationes, opitulationes, distributiones. Juzgando por el contexto, estos dones, aunque son conferidos y útiles en la dirección y confort del prójimo, no neceariamente se encuentran en todos los superiores eclesiásticos.

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