martes, 30 de junio de 2009

Bendito sea Dios



Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

1 comentario:

  1. MATRIMONIO HOMOSEXUAL UN DESAFIO A DIOS I

    El sexo y la sexualidad de cada persona han sido definidos por la naturaleza al momento de su concepción y por Dios antes de su concepción, puesto que la naturaleza se desarrolla en armonía con Dios. Y así nacemos con los órganos que correspondan a esa sexualidad, que Dios ha querido darnos. Así también nacemos con otros órganos como los ojos y otros miembros como las manos. Y también nos ha dado una completa libertad y libre albedrío para hacer con nuestros órganos o con nuestros miembros lo que mejor nos plazca; pero previamente nos hace saber desde siempre, lo que es bueno y lo que es malo; y Dios se da la molestia de recordárnoslo siempre, como el padre amoroso, que es.
    Tenemos la libertad de escoger qué hacer con la habilidad de las manos, o con nuestra sexualidad. Podemos escoger libremente usar las manos, y un cuchillo para cortar y servir un suculento pastel que alegre a alguien; o podemos usar las mismas manos y el mismo cuchillo para asesinar a un hermano y hacer un terrible daño. Evidentemente los resultados y las consecuencias de ambas acciones son diametralmente opuestos; y ambas provienen del libre albedrío de la persona. Y, mientras la acción de alegrar a alguien con el pastel, le agradaría a Dios; la otra, la de asesinar a un hermano le sería muy penoso, “abominable”, al decir de la Biblia.

    Así también podemos elegir libremente qué hacer con nuestra sexualidad. Usar nuestra sexualidad para formar una pareja en un matrimonio que agrade a Dios y nos de su bendición; o usar la sexualidad en actos y contactos abominables a los ojos de Dios, y abominables a los ojos de los hombres honestos. También ambas opciones tienen resultados diametralmente opuestos; mientras la relación del matrimonio que Dios considera legítimo, le resulta agradable a sus ojos y lo bendice; la relación entre seres del mismo sexo le resulta abominable; al extremo de legislar para los hebreos el extirpar el homosexualismo de raíz y con la muerte; para que su pueblo escogido sea bendecido.

    Hay una pregunta que frecuentemente se plantea sobre el asunto de la sexualidad: "¿Entonces los hombres y mujeres no tienen derecho a escoger su sexualidad para “ser felices”?"

    Los hombres y las mujeres, no sólo tienen derecho de escoger su sexualidad, sino que siempre escogen libremente sus actos, con los que buscan y “encuentran la felicidad”, aunque esa “felicidad” sea solamente una satisfacción física, Dios jamás les va impedir escoger libremente sus actos para “ser felices”, solo hay que tener mucha claridad de lo que uno escoge; puede escoger un camino que lo ponga bajo el manto de Dios o puede escoger un camino opuesto que lo ponga bajo el dominio del diablo, ambos caminos son de su libre elección. Bajo el “dominio del diablo”, créanlo o no.

    Esa “felicidad” escogida, unos la encuentran en el matrimonio que Dios bendice; es decir en el camino recto de Dios; y otros dicen encontrarla en actos perversos abominables a Dios; como en la pedofilia, el adulterio, la sodomía u otros. Un pedófilo encuentra “la felicidad” en la violación a una inocente criatura, y estará “feliz” mientras se encuentre cerca de niños que pudieran ser sus víctimas. Un adúltero será “feliz” en sus actos de adulterio. Un sodomita será “feliz” en sus actos contra natura. Pero todas estas “felicidades” son abominaciones para Dios y lo entristecen, y por tanto es aborrecible para los hombres de recto corazón.

    Dios ama a los heterosexuales que caminen en su Ley, y también ama a los heterosexuales y homosexuales que cometen actos abominables; porque Dios es su padre; padre de todos. Y como todo padre siempre espera que sus hijos caminen en su Ley, y espera que los que han escogido al diablo como su padre vuelvan a él. Siempre espera que los que cometen abominaciones vuelvan a su camino, reconozcan lo abominable de esos actos y se arrepientan de todo corazón, dejando y rechazando esos actos aborrecidos por Dios......
    (Continúa parte I en: www.renacelaverdad.com)

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