martes, 9 de diciembre de 2008

María, modelo del cristiano.




Durante toda la jornada de ayer, día de la Inmaculada Concepción, no deje de pensar en la bendita influencia de María en Jesús.

La sensibilidad manifestada por Jesús ante el dolor de los enfermos, de los pobres, de los endemoniados, de los niños, de las mujeres, de todos los débiles. Nos revela la enseñanza y el ejemplo de su Madre.

Los seres humanos heredamos no solo las enfermedades, vicios y manías de nuestros ancestros sino también todo lo positivo. En el caso del Mesías, nada heredo de pecado sino todo lo bello, puro y transparente que le entregó su mamá.

¿Cuánta ternura habrá demostrado María con los demás, para que Jesús sea tan sensible? Si en los evangelios se habla muchas veces de que se conmovía, de que sufría por los hermanos, que compartía las alegrías.

Gran parte de lo que hoy llamamos inteligencia emocional, Jesús la heredó de María. A través del Hijo conocemos la bellísima persona que lo llevó en su vientre, que lo amamantó, le enseñó a hablar y a rezar.

Y por último, yendo a lo más mundano... 

María era una mujer alegre, nos cuenta el evangelio que estaba con su Hijo en las bodas de unos amigos.
María era una mujer comprometida, no se separó un momento de Jesús en el calvario.
María era una mujer solidaria, fue a visitar a su anciana pariente embarazada.
María era una mujer jugada, no temió de acompañar a los apóstoles cuando nació la Iglesia.
María era una mujer sensible a lo bello, basta con ver la delicadeza de Jesús cuando habla de las aves del cielo y de los lirios del campo...

Bendita, infinitamente bendita sea la Madre de Aquel que nos salva, porque supo dar lo mejor de si influyendo tan benigna y amorosamente en su Divino Hijo.

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