miércoles, 26 de noviembre de 2008

Tiempos del Hombre, Tiempos de Dios...


Sabiamente nuestro Creador, nos facilitó la medición de nuestros días dándonos la capacidad de tener un parámetro que nos sirviera de referencia en nuestra vida: el tiempo. Muchos se asustan con los tiempos… error, el tiempo es solamente referencial, no es un absoluto, lo que para uno es el todo para otro ser es una pequeñísima parte de su existencia. Compartamos algunos ejemplos:

 

El elefante se demora 660 días en su gestación, sin embargo durante ese tiempo en algunos insectos ya pasaron decenas de generaciones. Eso no quiere decir que las mariposas sean menos felices que los elefantes por vivir menos…

 

El hombre actual pasa más horas en su trabajo que con sus hijos, y sin embargo no estaría dispuesto a dar la vida por el primero y lo haría gustoso por sus retoños…

Un edificio puede llevar meses en ser construido y algunos segundos en ser demolido por un terremoto o una bomba…

 

El mismo ser humano que genera años de sacrificios, de entrega y de cuidados amorosos por parte de su madre, puede perder la vida en un segundo en un accidente…

 

Lo que a la naturaleza le ha llevado millones de años hacer, nosotros podemos destruir en menos de una generación…

Los acueductos romanos tomaron algunos años en ser construidos y mucho ingenio; pasados dos milenios aún cumplen su objetivo: llevar vida a los lugares donde escasea el agua…

 

El bambú japonés durante 7 años es solamente una matita, que muchos por ignorancia la cortarían sin dudarlo. Sin embargo por debajo de la tierra está generando un complejo sistema de raíces para sostener el crecimiento que tendrá el séptimo año, donde en seis semanas crecerá 30 metros…

Obviamente que tanta disparidad en los tiempos nos hace pensar en nuestro tiempo, en nuestra vida y en qué estamos haciendo con ella.

 

Para eso deberíamos reflexionar sobre algunas premisas básicas:

No importa la cantidad de tiempo que tengas que vivir, importa la calidad y cuan plenamente feliz lo hagas;

nunca el tiempo perdido vuelve (“fugit irreparabili tempos”);

seamos concientes de que lo que hagamos o dejemos de hacer va a tener eco más allá de nuestro tiempo;

el hombre no puede evadir jamás el tiempo;

el amor trasciende el tiempo;

Dios está por encima del tiempo.

Por último es necesario dejar todo nuestro tiempo en manos de Dios y confiar en El, pues como reza el Eclesiastés en su tercer capítulo:

 

Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancarlo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra y un tiempo de paz.

 

Que el Señor nos de la paciencia para no desesperar, para no equivocarnos, para elegir lo correcto y sobre todo, para vivir plenamente nuestro tiempo y de esa manera cumplir con el objetivo para el cual fuimos creados: ser felices.

 

1 comentario:

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    Católicos Emprendedores
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