lunes, 11 de enero de 2010

No es fácil ser cristiano





A pesar de haber un alto porcentaje de bautizados, católicos y protestantes, la violencia, el narcotráfico, los secuestros, la extorsión, la corrupción, la infidelidad matrimonial, los divorcios, las injusticias, el alcoholismo, el abuso de la sexualidad, la aprobación de leyes contra la vida y la familia, los abismos entre clases sociales, el racismo persistente, los robos, la inseguridad, etc., demuestran que muchos cristianos no somos coherentes con nuestra fe. Cierto que escándalos clericales y antitestimonios de pastores evangélicos, que también se dan, alejan a muchas personas de nuestras iglesias y de Jesucristo; con todo, es la vida inmoral y antievangélica de muchos creyentes la que más afecta al país.

JUZGAR

En Aparecida, describimos unas sombras de nuestra realidad, como "debilidades, compromisos mundanos e incoherencias" (5), "una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia; la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad" (12); "una cultura sin Dios y sin sus mandamientos, o incluso contra Dios" (13).

Hace poco, dijo el Papa Benedicto XVI: "No olvidemos el inmenso don que recibimos el día en que fuimos bautizados. En ese momento Cristo nos unió a sí para siempre; pero, por nuestra parte, ¿seguimos permaneciendo unidos a él con opciones coherentes con el Evangelio? No es fácil ser cristianos. Hace falta valentía y tenacidad para no conformarse a la mentalidad del mundo, para no dejarse seducir por los señuelos a veces poderosos del hedonismo y el consumismo, para afrontar, si fuera necesario, incluso incomprensiones y a veces hasta verdaderas persecuciones. Vivir el Bautismo implica permanecer firmemente unidos a la Iglesia, también cuando vemos en su rostro alguna sombra y alguna mancha. Es ella la que nos ha engendrado para la vida divina y nos acompaña en todo nuestro camino. ¡Amémosla, amémosla como a nuestra Madre! Amémosla y sirvámosla con un amor fiel, que se traduzca en gestos concretos en el seno de nuestras comunidades, sin caer en la tentación del individualismo y del prejuicio, y superando toda rivalidad y división. Así seremos verdaderos discípulos de Cristo" (8-XI-09).

ACTUAR

Es necesario convertirnos todos, para vivir con coherencia el Evangelio. Católicos y protestantes deberíamos ser los que más ejemplo demos de justicia, honestidad, respeto a los derechos de los demás, trabajo, responsabilidad, amor a la verdad, solidaridad con los pobres, defensa de los débiles, sobriedad en compras, bebidas y alimentos, leyes acordes al orden natural, protección del medio ambiente, fidelidad conyugal, etc. No es fácil convertirnos, pero sí es posible, con la ayuda de Dios.

Fuente Zenit. Extracto de publicación de Monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas

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